Hace unos meses consagramos la Parroquia a San José. Acto de religión que nos compromete con el Corazón de San José. Acto fuerte que en virtud de diversas causas irá dejando una impronta a su debido tiempo.
No podemos olvidar que el año pasado fue un Año Jubilar Josefino que ha dado muchas gracias. Tiene que permanecer en nosotros sus consecuencias. Mayor devoción a San José. Interés por conocer su santa personalidad. Sus rasgos. Rezarle. Y, lo más importante, que todo lo que desprenda su paternidad ha de ser urgentemente acogido por la sociedad y la Iglesia para que no se conviertan en una mueca a los ojos de un mundo sin rostro de bondad y autoridad.
No caigamos en devocionalismos estériles que no son, en el fondo, devotos. El devocionalismo es la disculpa, sin expresarla, para no ser entregados a San José; disculpa propia de espíritus superficiales.
Nuestro Padre y verdadero Señor nos eduque y enseñe como enseñó y educó al Hijo de Dios encarnado, que estuvo bajo su autoridad, que estuvo en su corazón de Padre.