- Numerosos SANTOS MÁRTIRES. En Alejandría de Egipto. Que durante la celebración de la Eucaristía fueron asesinados de distintos modos por los arrianos. (s. IV).
- Santos PRIMO y DONATO, diáconos y mártires. En Argelia actual. Por defender el altar de la Iglesia murieron a manos de herejes. (361).
- San MARÓN, eremita. En Siria. Tras una vida de penitencia e intensa piedad falleció, en cuyo lugar se levantó un monasterio que lleva su nombre. (423).
- San TELIAVO, obispo y abad. En Cambrai, Reino Unido. Cuyos esfuerzos pastorales son recordados por muchas iglesias locales. (560).
- San SABINO, obispo. En Canosa, Italia. Fue amigo de San Benito y legado de la Santa Sede en Constantinopla para defender la fe católica ante la herejía monofisita. (566).
- San ANSBERTO, abad y obispo. En Hainut, Francia. El cual, después de ser abad en Fontanelle, ocupó la sede episcopal de Rouen, y fue desterrado por el príncipe Pipino. (695).
- San ALTO, abad. En Baviera. Nacido en Irlanda. Fundó en los bosques de esta región el monasterio que lleva su nombre. (s. VIII).
- San REINALDO, obispo. En Umbría. Primero monje camaldulense, y una vez designado obispo mantuvo sus costumbres monásticas. (1222).
- San MIGUEL FEBRES CORDERO, religioso. En Barcelona. De las Escuelas Cristianas. Durante cuarenta años se dedicó a la educación en la ciudad de Cuenca, en Ecuador. Regresó a España, y se distinguió por la perfecta observancia de la disciplina de la vida religiosa. (1910).
- Beato LEOPOLDO de ALPENDIERE, religioso. Granada. Capuchino. Después de estar en varios conventos, iría destinado al de Granada en el que pasaría sus últimos 42 años de vida. Ejerciendo como limosnero destacó por su caridad, humildad, mansedumbre, bondad. (1956).
Hoy recordamos especialmente a SANTA APOLONIA
De acuerdo a la tradición, los padres de Apolonia no podían tener hijos. Como eran paganos, invocaron a numerosos dioses con el propósito de ganar su favor y así tener descendencia. Sin embargo, los años pasaron y ellos seguían sin concebir.
Cuando ya habían perdido la esperanza, la futura madre de Apolonia oyó hablar de la Virgen María a un grupo de cristianos. La mujer, entonces, en su desesperación, pidió a quien llamaban Madre de Dios que le concediera el favor de concebir un hijo.
Al poco tiempo la mujer quedó embarazada de Apolonia. El inmenso don recibido movió a los padres de la santa a acercarse al cristianismo.
Unos años más tarde, siendo Apolonia todavía una niña, escuchó de boca de su madre la historia de su nacimiento y decidió también ella abrazar la fe cristiana.
En tiempos del emperador Felipe el Árabe (249 d.C.), máxima autoridad imperial en Alejandría, se inició una nueva persecución contra los cristianos. Aquellos que profesaban la fe en Jesús solían ser arrastrados fuera de sus casas, asesinados y sus propiedades saqueadas. A los cristianos se les solía acusar de atraer el mal augurio, y muchos hablaban de profecías sobre desastres y tragedias a causa suya, porque su presencia irritaba a los dioses.
Fue en ese contexto que Apolonia terminó en manos de los soldados del emperador. San Dionisio, obispo de Alejandría, relata su martirio:
«La capturaron y le rompieron todos los dientes a golpes. Construyeron una hoguera en las afueras de la ciudad, y la amenazaron con quemarla viva si se negaba a repetir palabras impías luego de ellos (ya fuese blasfemias contra Cristo, o una invocación a los dioses paganos)». Luego, el Patriarca continúa: «Al otorgársele un respiro, pedido por ella, se lanzó rápidamente al fuego y ardió hasta morir».