- San POLIEUTO, mártir. En Armenia. Siendo soldado, a raíz del decreto del emperador Decio que obligaba a sacrificar a los dioses, rompió los ídolos, por lo cual fue cruelmente martirizado, y, finalmente, decapitado. Recibió el “bautismo de sangre”. (250).
- San VALENTÍN, obispo. Actual Alemania. (450).
- San CRISPINO, obispo. En Pavía. (467).
- San TILÓN, monje. En Aquitania. Discípulo de San Eloy. Fue orfebre. (702).
- San CIRO, obispo. En Constantinopla. Murió en el destierro después de ser depuesto de su sede constantinopolitana. (714).
- San ALDERICO, obispo. En Le Mans, Francia. Se esforzó en promover el culto a Dios y a los santos. (856).
- San CANUTO, noble. En Dinamarca. Ejerció el poder, en su Ducado de Schleswig, con equidad y justicia. Murió asesinado por sus enemigos. (1131).
- Beato MATEO GUIMERÁ, obispo. En Sicilia. Franciscano, que propagó la devoción al Santísimo Nombre de Jesús. (1351).
- Beato AMBROSIO FERNÁNDEZ, mártir. En Japón. Se fue a tierras de Oriente con afán de lucro, pero, convertido, fue admitido en la Compañía de Jesús, y, después de haber sufrido mucho, murió en la cárcel. (1620).
- San JOSÉ TUÂN, mártir. En Tonkín, Vietnam. Padre de familia, y agricultor. Por negarse a pisar una cruz fue decapitado. (1862).
- Beata MARÍA TERESA HAZA, virgen. Lieja. Fundadora de la Congregación de Hijas de la Cruz, al servicio de las personas débiles y pobres. (1876).
Hoy recordamos especialmente a SAN RAIMUNDO de PEÑAFORT
Había nacido entre el 1175 y el 1180, había siempre rehusado honores y prestigio, pero no lo había logrado. Rechazando una vida cómoda y alegre (era hijo del noble castellano de Peñafort), se había dedicado desde muy joven a los estudios filosóficos y jurídicos; a los veinte años enseñaba filosofía en Barcelona, y a los treinta años, recién graduado, enseñaba jurisprudencia en Bolonia. El sueldo que obtenía por ello lo gastaba todo en socorrer a los necesitados.
Regresó a Barcelona por invitación de su obispo, quien lo nombró canónigo. Pero cuando los dominicos llegaron a esa ciudad, le invitaron a ingresar en sus filas y Raimundo, abandonándolo todo, entró a la Orden. Dieciséis años después, en 1238, fue nombrado Superior General, cargo que no pudo rehusar. Durante dos años visitó a pie los conventos de la Orden, después reunió el Capítulo general en Bolonia y presentó su renuncia. Así, a los setenta años de edad pudo regresar a la enseñanza y a la pastoral.
Nombrado confesor del rey Santiago de Aragón, no dudó en reprocharle su conducta escandalosa durante la expedición a la isla de Mallorca. Una leyenda cuenta que el rey había prohibido que las embarcaciones se dirigieran hacia España, y entonces, Raimundo, para manifestar su desacuerdo con el soberano, extendió su manta sobre el agua y sobre él navegó hasta Barcelona.
Una de sus obras apostólicas dignas de recordar son las misiones para la conversión de los hebreos y los mahometanos que vivían en España. Según la tradición, se le atribuye el mérito de haber invitado a Santo Tomás de Aquino a escribir la Summa contra Gentiles, para que sus predicadores tuvieran un texto seguro de apologética para las controversias con los herejes e infieles. Él mismo redactó importantes obras de teología moral y de derecho, entre ellas la Summa casuum para la administración correcta y eficaz del sacramento de la penitencia.
Murió casi a los cien años, el 6 de enero de 1275 y fue canonizado en 1601.