Hoy, 6 de septiembre, la Iglesia celebra a:

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  1. San ZACARÍAS, profeta.
  2. San ONESÍFORO. Roma. Sirvió a San Pablo en Éfeso. (s. I).
  3. Santos DONACIANO, PRESIDIO, MANSUETO, GERMÁN y FÚSCULO, obispos y mártires. Norte de África. En la persecución del rey vándalo Hunerico, fueron cruelmente apaleados y desterrados. También estaba con ellos Leto, obispo de Nepte, actual Túnez, varón valiente y doctísimo quien, después de larga prisión, fue quemado vivo. (s. V).
  4. San ELEUTERIO, abad. Spoleto. Destacó por su sencillez y compunción de espíritu. (s. VI).
  5. San CAGNOALDO, obispo. Laon, Galia. Discípulo de San Columbano y único ministro ayudante en el eremo cercano a Briançon. (632).
  6. Santa BEGA, monja. Cumberland, Inglaterra. (660).
  7. San MAGNO, abad. Baviera. Al frente del monasterio de Füssen. (s. VIII).
  8. Beato BERTRANDO de GARRIGUES, presbítero. Orange, Provenza. Dominico. Uno de los primeros discípulos de Santo Domingo que fue siempre fiel a sus consignas. (1230).
  9. Beato DIEGO LLORCA LLOPIS, presbítero y mártir. Alicante. Asesinado por odio a la fe. (1936).
  10. Beato MIGUEL CZARTORYSKI, presbítero y mártir. Varsovia. Dominico. Fusilado en su parroquia por mantenerse firme a la fe. (1944).

Hoy recordamos especialmente al Beato PASCUAL TORRES LLORET

Nació en Carcaixent el 23 de enero de 1885 en el seno de una familia modesta. Contrajo matrimonio el 5 de octubre de 1911 con Leonor Pérez Canet y tuvieron dos hijos y dos hijas. Se ganaba la vida como maestro de obras. Era un fervoroso cristiano, que cada día iba a recibir la sagrada comunión y a hacer un rato de oración y lo abordaba todo desde la fe, no echándose atrás por ninguna adversidad. Apóstol seglar decidido, militante de Acción Católica e incondicional de la Iglesia, pertenecía también a la Adoración Nocturna y a las Conferencias de San Vicente de Paúl. Recogía con gran entusiasmo donativos para la leprosería de Fontilles.

Llegada la revolución de julio de 1936, fue detenido el 25 de aquel mes y dejado libre tres días más tarde, no sin haber dado ejemplo de entereza y paciencia en el tiempo de su detención. No quiso esconderse como le aconsejaban; por el contrario, visitaba a sus amistades confortándolas y animándolas, escondía libros y vasos sagrados, y guardó en su casa el Santísimo Sacramento. Durante el mes de agosto hubo de comparecer tres veces ante el Comité. Por fin, el día 6 de septiembre de 1936, lo detuvieron al mediodía, lo condujeron al que había sido cuartel de la guardia civil y allí lo tuvieron hasta la noche en que lo llevaron al cementerio y lo fusilaron. Todo el pueblo supo que su muerte no se debió a otra cosa que a su fervor religioso.