- San LUCIO, profeta y doctor. En Cirene. Nombrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles. (s. I).
- San MARIANO, lector, y JACOBO, diácono; mártires. En Numidia, Argelia. El primero fue detenido nuevamente en la persecución de Decio, con su otro compañero y, ambos, tras crueles suplicios, fueron muertos a espada con otros muchos. (259).
- San VENERIO, obispo. En Milán. Discípulo y diácono de San Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africano enviándoles clérigos, y favoreció a San Juan Crisóstomo en su destierro. (409).
- Santa BENITA, virgen y monja. En Roma. (s. VI).
- San EADBERTO, obispo. En Lindisfarne, Northumbría, Inglaterra. Sucesor de San Cutberto, que brilló por su conocimiento de las Sagradas Escrituras, por su observancia de los preceptos divinos y por sus limosnas. (698).
- Beato BARTOLOMÉ PUCCI-FRANCESCHI, presbítero. En la Toscana. Franciscano. Impulsado por su amor a Dios dejó a su mujer e hijos y riquezas y se hizo pobre por Cristo. (1330).
- Beatos EDUARDO JONES y ANTONIO MIDDLETON, presbíteros y mártires. En Londres. En tiempos de Isabel I, por ser sacerdotes fueron apresados en su propia casa y descuartizados. (1590).
- Beato FRANCISCO de MONTMORENCY-LAVAL, obispo. En Quebec. Estableció su sede episcopal en esta ciudad, y desde allí, durante casi cincuenta años, se dedicó con todas sus fuerzas a confirmar y acrecentar la Iglesia desde esta vasta región de América del Norte hasta el golfo de México. (1708).
- Beata MARÍA CATALINA TROIANI, virgen. En El Cairo. Terciaria franciscana. Desde Italia fue enviada a ese país africano donde fundó una nueva familia de Hermanas Franciscanas Misioneras. (1887).
- Beata ANA ROSA GATTORNO, religiosa. En Roma. Siendo madre de familia, al quedar viuda lo dejó todo y se entregó por completo a Dios y al prójimo. Fundó la Congregación de Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada, donde brilló por la gran labor realizada a favor de los enfermos, los débiles y los niños desamparados en cuyo rostro contemplaba a Cristo pobre. (1900).
- Beatos ENRIQEU KACZOROWSKI y CASIMIRO GOSTYNSKI, presbíteros y mártires. En Munich. Durante la invasión nazi de Polonia fueron presos y conducidos al Campo de Dachau donde padecieron en las cámaras de gas. (1942).
Hoy recordamos especialmente a SAN PEDRO NOLASCO
Nació en Mas de Saintes Puelles, Francia en entre 1180 y 1182. Hay quien dice que nació en Barcelona.
Lo cierto es que la familia se afincó en esta ciudad y Pedro aprendió de su padre el oficio de mercader.
Se dice que era presbítero. Pero algunos sostienen que era un seglar rico y que se decidió a procurar la libertad de cristianos encerrados por los moros redimiendo a esos cautivos.
Hizo un viaje a Valencia, entonces musulmana. Pudo comprobar cómo estaban y en qué condiciones, e invirtió su capital en rescatar a cuantos pudo, y con ellos volvió a tierras cristianas. No teniendo ya más patrimonio personal, se decidió a solicitar la caridad de personas pudientes y, con sus donativos, pudo hacer otros viajes y seguir redimiendo cautivos.
En la madrugada del 2 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen María y le encargó fundar una orden dedicada a la redención de los cautivos cristianos. Con la ayudad de San Raimundo de Peñafort y del rey Jaime I, el Conquistador, la orden se fundó el 10 de agosto siguiente, siendo doce los Caballeros que con él recibieron el hábito.
Adoptada la regla de San Agustín, el papa Gregorio IX aprobó la orden en 1235, aceptando que los frailes de la misma prometieran dedicarse a toda clase de obras de misericordia y a quedarse en el lugar de los cautivos cuando no tuvieran dinero para rescatarlos.
La orden se encargó en primer lugar del hospital de Santa Eulalia, y con este nombre empezó a ser conocida, pero finalmente se llamó de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, siendo los mercedarios grandes propagandistas de la devoción mariana.
Pedro Nolasco murió santamente en Barcelona en 1249.