Santos ARTEMIO y PAULINA, mártires. En Roma. (302).
- San BESARIÓN, anacoreta. En Egipto. Por amor de Dios fue mendicante y peregrino. (s. IV).
- San CERACIO, obispo. En Grenoble. Agradeció al papa San León I por haber escrito el Flaviano, y preservó a su grey del contagio de la herejía. (452).
- San EUSTORGIO II, obispo. En Milán. Conocido por su piedad, justicia y demás virtudes propias de un pastor. (518).
- San JARLATO, obispo. En Hibernia, Irlanda. (550).
- San CLAUDIO, obispo y abad. En Jura, Francia. (703).
- San ALEJANDRO, obispo y mártir. En Bolonia. Al frente de la sede Fiésole, que, a su regreso de la ciudad de Pavía, adonde había ido a reclamar ante el rey de los longobardos los bienes de su iglesia retenidos por usurpadores, estos lo ahogaron arrojándolo a un río. (823).
- San HILARIÓN, presbítero y abad. En Constantinopla. Al frente del monasterio de Dalmacio. Defendió el culto de las imágenes. Por ello fue a la cárcel, al exilio, y padeció azotes. (845).
- Beato FALCÓN, abad. En Campania. (1146).
- San GILBERTO, abad. En Aquitania. Premostratense. Vivió como eremita, y, posteriormente, fundó el monasterio y el hospital de Neufontaines. (1152).
- Beato BRETRANDO, obispo y mártir. En Udine. Trabajó en la formación del clero, alimentó con sus bienes a los pobres en tiempo de escasez, defendió con tesón los derechos de la Iglesia y, ya nonagenario, fue víctima de unos sicarios. (1350).
- Beato LORENZO de MÁSCULIS de VILLAMAGNA, presbítero. En los Abruzzos. Franciscano. Ilustre por su celo en predicar la Palabra de Dios. (1537).
- San MARCELINO CHAMPAGNAT, presbítero. Lyon. Sociedad de María, que fundó el Instituto de Hermanos Maristas de la Enseñanza, para la formación cristiana de niños. (1840).
- San PEDRO DUNG y PEDRO THUAN, pescadores, y VICENTE DUONG, agricultor; mártires. En Tonkín, Vietnam. Se negaron a pisar la cruz y fueron quemados vivos. (1862).
- Beato RAFAEL GUIZAR VALENCIA, obispo. En México. Durante la persecución del gobierno, tanto en el destierro como en la clandestinidad ejerció el ministerio con coraje. (1938).
- Beato INOCENCIO GUZ, presbítero y mártir. En Sachsenhausen. Franciscano. Asesinado por los guardias de la prisión por su fe. (1940).
Hoy recordamos especialmente a SAN NORBERTO
San Norberto nació en Xanten, ciudad del condado de Cleves, alrededor del 1080, emparentado por su padre con la familia imperial alemana y con la casa de Lorena por parte de su madre. Tuvo una juventud muy poco ejemplar, incluso después de abrazar la vida religiosa y ejercer el oficio de capellán de Enrique V. Pero un aviso serio del cielo le cambió la vida. Fue el año 1114. Iba Norberto de viaje y un relámpago lo tiró de la mula, haciéndole perder el conocimiento. Entendió el clérigo disoluto que no iba por buen camino y que era urgente cambiar su estilo de vida. Pero él era un clérigo «normal». Se había estado comportando poco más o menos como los demás clérigos. No bastaba, por tanto, su propia conversión. Había que salir de aquella peligrosa normalidad eclesiástica para ofrecer a los fieles un ejemplo más acorde con el Evangelio. Intentó convencer a los canónigos de las catedrales, pero al no conseguirlo, vendió todos sus bienes y repartió el producto entre los pobres. Libre del lastre de sus riquezas, se dedicó a recorrer Francia y Alemania predicando su mensaje. Era tal la fuerza de convicción que emanaba de sus palabras y de su conducta, y tal su espíritu de comprensión y concordia con que predicaba, que se ganó el respeto de todos y pronto tuvo un buen número de seguidores, con los que fundó una nueva orden religiosa, basada en una vida más rigurosa y propia de los seguidores de Cristo. Levantó su primer monasterio en Premontré (en el bosque de Coucy, cerca de Reyms, Francia), de ahí que les llamaran premonstratenses. En uno de sus viajes, se cruzó Norberto en Espira con el emperador Lotario II, quien le obligó a aceptar el arzobispado de Magdeburgo, para el que fue consagrado el 25 de julio de 1126. Desde su sede arzobispal quiso extender la reforma eclesiástica a toda la diócesis, y fue tal la resistencia y la oposición que encontró, que se agruparon los enemigos de la reforma y fueron violentamente contra él, hasta el punto que tuvo que huir para salvar la vida. Así estaba el clero en aquella época. Mientras estuvo en Italia fue nombrado canciller imperial y cultivó la amistad del papa Inocencio II y de san Bernardo, que estimanban en mucho su prudente y sabio consejo. Pudo regresar al cabo de unos años, una vez apagados los odios que le hicieran huir. Regresado a su patria y a su diócesis, murió santamente el 6 de junio de 1134.