- Santa ÁGUEDA, virgen y mártir. En Sicilia. Siendo aún joven, en medio de la persecución mantuvo su cuerpo puro y su fe íntegra en el martirio. (251).
- SANTOS MÁRTIRES, en el Ponto, Turquía. Muchos dieron la vida por Cristo durante la persecución de Maximiano. Unos fueron rociados con plomo derretido, otros atormentados con cañas puntiagudas clavadas bajo las uñas, y los restantes vejados con tormentos hasta la muerte. (s. III).
- San AVITO, obispo. En Vienne, Francia. Durante el reinado de Gundobaldo, con su fe y su actividad pastoral defendió la fe en la Galia ante los arrianos.
- San INGENUINO, obispo. Alto Adigio, Italia. (605).
- San LUCAS, abad. En Lucania, Italia. Llevó una vida monástica, primero en Sicilia y después, por culpa de los sarracenos, en otros lugares. Murió en Armento, en el monasterio fundado por él mismo. (995).
- San SABAS, el “joven”, monje. en Roma. Junto con su hermano San Macario difundió la vida cenobítica por Calabria y Lucania, durante la presencia musulmana. (995).
- San ALBUINO, obispo. En Trento, Austria. (1006).
- Santa ADALHEIDE, abadesa. En Colonia. Primera abadesa del monasterio de Vilich, en el que introdujo la Regla de San Benito, y después del monasterio de Santa María de Colonia, donde falleció. (1015).
- Beata ISABEL CANORI MORA, madre. Roma. Tras haber sufrido durante mucho tiempo, caritativa y pacientemente, la infidelidad de su marido, así como angustias económicas y el cruel trato por parte de parientes, ofreció su vida a Dios por la conversión, salud, paz y santificación de los pecadores, y entró a formar parte de la Tercera Orden de la Santísima Trinidad. (1825).
- San JESÚS MÉNDEZ, presbítero mártir. En México. Martirizado por su fe durante las guerras cristeras. (1928).
Hoy recordamos especialmente a la Beata FRANCISCA MÉZIÈRE
Francisca Mézière, no fue propiamente religiosa de las Hermanas de la Caridad, pero sí volcada como ellas y, como veremos, a ejemplo de ellas, a la educación y el cuidado de enfermos de la diócesis de Laval, y mártir de la Revolución Francesa.
Había nacido el 25 de agosto de 1745 en Mezangers, en una familia numerosa. Su padre, excelente cristiano, era un modesto campesino, y su madre murió cuando ella tenía cuatro años. Fue educada por las Hermanas de la Caridad de Evron, y ya de joven se consagró a trabajar en las escuelas parroquiales, especialmente en Saint-Léger, cerca de Laval.
Cuando el 14 de abril de 1791, la República quiso imponer el juramento de libertad e igualdad que implicaba la negación de los votos religiosos, como maestra de la escuela que era, le tocaba firmarlo, y se negó igual que las monjas, por lo que tuvo que abandonar la escuela. Comenzó entonces a servir a pacientes en los pueblos de los alrededores de Saint-Léger. Pero una vez más, en tanto enfermera, fue invitada a realizar el juramento en julio de 1792, y nuevamente se negó.
A partir de allí tuvo que esconderse y actuar con precaución. Fue finalmente guillotinada, por haber albergado en su casa a dos soldados heridos del ejercito contrarevolucionario (vandeanos), a los que atendió. En el texto del juez de Laval que la condena a muerte, se la llama «Víbora de raza sacerdotal». Antes de subir al cadalso agradeció a sus verdugos de poder unirse pronto el Señor Jesús, detalle que recoge el acta de beatificación. Era el 5 de febrero de 1794