Hoy, 4 de octubre, la Iglesia celebra a:

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  1. San PETRONIO, obispo. Emilia-Romaña. Pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal. (450).
  2. San QUINTÍN, mártir. Galia Turonense. (s. VI).
  3. San ÁUREZ, abadesa. París. Designada por San Eloy para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de San Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes. (856).
  4. San FRANCISCO de ASÍS, religioso y fundador. Umbría. Después de una vida despreocupada, se convirtió en Asís. Encontró a Cristo en pobres y necesitados. Instituyó los Hermanos Menores, y viajando predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa. Murió recostado sobre la tierra. (1226).
  5. Beato FRANCISCO JAVIER SEELOS, presbítero. Luisiana, Estados Unidos. Redentorista. Nació en Baviera. Atendió con todo celo las necesidades de niños, jóvenes y emigrantes. (1867).
  6. Beato ENRIQUE MORAL PELLICER, presbítero y mártir. Valencia. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).
  7. Beato JOSÉ CANET GINER, presbítero y mártir. Gandía. Martirizado durante la persecución religiosa en España. (1936).

Hoy recordamos especialmente al Beato ALFREDO PELLICER MUÑOZ

Jaime Pellicer Muñoz nació en Bellreguart, en la provincia de Valencia, el 10 de abril de 1914 en el seno de una familia muy cristiana. Tras estudiar en la escuela nacional ingresó en el seminario menor franciscano de Benisa (Alicante), donde estudió el bachillerato. A los 16 años, el 25 de agosto de 1930, tomó el hábito franciscano en el convento del Santo Espíritu del Monte, en Gilet, tomando el nombre de fray Alfredo. Estaba haciendo el noviciado cuando se proclamó la República, con los consiguientes problemas para la Iglesia, y los franciscanos decidieron en mayo suspender el noviciado y enviar a los novicios a sus casas, pero un mes más tarde se reanudaba en dos diferentes sitios. El joven fray Alfredo lo hizo en Pego (Alicante). Allí hizo la primera profesión religiosa el 27 de septiembre de 1931. Se fue luego a Onteniente y estudió filosofía y un curso de teología, haciendo la profesión solemne el 5 de julio de 1936. De carácter alegre y abierto, religioso humilde y caritativo, todos esperaban de él que fuera un buen sacerdote.

Llegada la revolución de 1936, los religiosos de Onteniente fueron obligados a dejar el convento y fray Alfredo se marchó a su pueblo con su familia. Aquí estuvo con serenidad y buen ánimo, previendo y aceptando el posible martirio, y negándose a abandonar su vocación franciscana. El 4 de octubre, día de san Francisco, estaban todos sus familiares reunidos para comer, cuando llegaron los milicianos, que entraron preguntando quién era el fraile. Antes de que sus hermanos pudieran intentar defenderlo, él se presentó y se identificó. Consoló a su familia y se fue con los milicianos, que lo llevaron a La Pedrera de Gandía y lo fusilaron.