Hoy, 4 de mayo, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santos AGAPIO y SECUNDINO, obispos y mártires. En Numidia, actual Argelia. Después de un largo destierro llegaron a ser martirizados por su condición de obispos durante la persecución de Valeriano, en la que se pretendía suscitar el furor de los gentiles para poner a prueba la fe de los justos. Fueron también martirizados San Emiliano, soldado, las Santas Tertula y Antonia, vírgenes, y una madre con sus hijos gemelos. (258).
  2. Santa ANTONINA, mártir. En Nicea, Turquía. Fue cruelmente torturada y atormentada con distintos suplicios, luego estuvo tres días colgada y después encarcelada durante dos años. Por último, fue quemada viva. (s. IV).
  3. San FLORIÁN, mártir. En Nórico, Alemania. Durante la persecución de Diocleciano fue arrojado desde el puente al río Enns con una piedra atada al cuello. (304).
  4. San SILVANO, obispo de Gaza, otros treinta y dos compañeros, mártires. En las minas de Fennes, Palestina. Fueron decapitados por orden el césar Maximino Daya. (304).
  5. Beato LADISLADO de GIELNIOW, presbítero. Varsovia. Franciscano. Predicaba con fervor la Pasión del Señor y la celebraba con piadosos himnos. (1505).
  6. Santos JUAN HOUGHTON, ROBERT LAWRENCE y AGUSTÍN WEBSTER, presbíteros y mártires. Londres. Cartujos. Priores de distintas cartujas. Y San RICARDO REYNOLDS, de Santa Brígida. Martirizados por Enrique VIII junto con el párroco JUAN HAILE, presbítero de Isleworth. (1535).

 

Hoy recordamos especialmente al Beato JUAN MARTÍN MOYË

Nació el 27 de enero de 1730 en Cutting (Francia). Era el sexto de una familia de 13 hermanos. Sus padres le iniciaron en el conocimiento y experiencia de Dos, el amor a los pobres y la devoción a la pasión de Cristo.

Fue ordenado sacerdote el 9 de marzo de 1754. Se dedicó preferentemente a predicar misiones populares, y así comprobó la necesidad de instruir y educar íntegramente a los niños y jóvenes abandonados en la campiña Lorena. El 14 de mayo de 1762 abrió la primera escuela. Así nació la Congregación de las Hermanas de la Providencia, a quienes recomienda «abandono en Dios», «pobreza, sencillez y caridad».

A los 38 años ingresa en el seminario de misiones extranjeras de París. Fue enviado a China, a donde llega el año 1771. Sus largos viajes, sus penalidades apostólicas, las torturas físicas que tuvo que sufrir como testigo del evangelio le condujeron a un mayor abandono en la Providencia. El año 1784 está nuevamente en su Francia natal, enfermo y lleno de ilusiones para proseguir sus misiones populares. La revolución francesa le obliga a expatriarse en Alemania.

Contagiado por el tifus, murió el 4 de mayo de 1793.