Hoy, 30 de abril, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santa SOFÍA, virgen y mártir. En Las Marcas, Italia. (s. inc.).
  2. San QUIRINO, mártir. En Roma. Siendo tribuno fue martirizado por la fe. (s. III).
  3. San EUTROPIO, obispo. En Aquitania. Primer obispo de Saintes; enviado a la Galia por el Papa. (s. III).
  4. Santos DIODORO y RODOPIANO, mártires. En Afrodisia, Turquía. Bajo la persecución de Diocleciano fueron lapidados por sus vecinos. (s. IV).
  5. San DONATO, obispo. En el Epiro, Grecia. En tiempo del emperador Teodosio brilló por su eximia santidad. (s. IV).
  6. San LORENZO, presbítero y mártir. En Liguria. Construyó una fuente bautismal en la que bautizaba a los niños que le confiaban para su educación. Un día, unos impíos lo mataron después de haber bautizado a varios niños. (s. IV).
  7. San MERCURIAL, obispo. En Forlí, Italia. (s. IV).
  8. San POMPONIO, obispo. En Nápoles. En esta ciudad construyó una iglesia dedicada a la Santísima Virgen, y en tiempo de la ocupación goda defendió a su grey de la herejía arriana. (s. VI).
  9. Beato PEDRO DIÁCONO, monje. En Roma. Por mandato del papa San Gregorio Magno administró con prudencia el patrimonio de la Iglesia Romana y, ordenado diácono, sirvió con fidelidad al papa. (605).
  10. San AULO, obispo. En Viviers. Fundó en esta ciudad el primer hospital y consiguió libertar a muchos esclavos. (s. VIII).
  11. San EARCONVALDO, obispo. En Barking, Inglaterra. Obispo de Londres. Fundó dos monasterios, uno de varones, y otro de mujeres, que puso bajo la autoridad de su hermana Santa Ethelburga. (693).
  12. Santos AMADOR, presbítero, PEDRO, monje, y Luis, mártires. En Córdoba. Cruelmente martirizados por los musulmanes por predicar a Cristo. (855).
  13. San GUALFARDO, monje. En Verona. Oriundo de Alemania. Guarnicionero de profesión. Después de varios años en la soledad fue recibido por los monjes del monasterio de San Salvador, cercano a la ciudad. (1127).
  14. San ADIUTOR, penitente. En Vernon, Francia. Prisionero en tiempo de guerra. Fue martirizado por su fe. Vuelto a su tierra llevó una vida de penitencia. (1131).
  15. San PÍO V, papa. Roma. Dominico. Se esforzó, como papa, en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. (1572).
  16. Beato GUILLERMO SOUTHERNE, presbítero y mártir. En Newcastle upon Tyne, Inglaterra. Tras haber estudiado en Lituania, España y Douai, una vez ordenado sacerdote se dirigió a Inglaterra para ejercer el ministerio, razón por la cual, en tiempo de Jacobo I, sufrió atroces suplicios que le causaron la muerte. (1618).
  17. Beato BENITO de URBINO, presbítero. En Fossombrone. Capuchino. Fue compañero de San Lorenzo de Brindisi en la predicación a los husitas y luteranos. (1625).
  18. San JOSÉ BENITO COTTOLENGO, presbítero. En Turín. Confiando sólo en el auxilio de la Divina Providencia, abrió una casa para acoger a pobres, enfermos, y marginados. (1842).
  19. San JOSÉ TUAN, presbítero y mártir. En Tonkín, Vietnam. Dominico. Detenido a causa de una delación por haber administrado a su madre enferma los sacramentos. Fue cruelmente decapitado en tiempo de Tu Duc. (1861).
  20. Beata PAULINA von MALLINCKRODT, virgen. En Paderborn, Alemania. Fundadora de la Congragación de Hermanas de la Caridad Cristiana, para atender a los niños pobres y ciegos y auxiliar a los enfermos y menesterosos. (1881).

 

Hoy recordamos especialmente a SANTA MARÍA de la ENCARNACIÓN GUYART MARTIN

Francesa, nació en 1599 María Guyart, de familia humilde, en Tours, y a pesar de sentir muy pronto la vocación religiosa, fue en 1617 dada en matrimonio al comerciante Claudio Martin, que murió a los dos años, dejándole un hijo, también llamado Claudio. Y aunque todavía hubo de trabajar un tiempo como administradora de una empresa de su cuñado, ya en 1621 hizo voto de virginidad perpetua.
En esos mismos años, de trabajos y ajetreos, tuvo notables visiones de la Trinidad y del Verbo encarnado, recibiendo en 1627 la gracia mística del matrimonio espiritual. En 1631 ingresó, por fin, en las Ursulinas de Tours, en donde su vida mística alcanzó más altos vuelos. Tomó el nombre de María de la Encarnación.
En 1639, con la joven María de San José, pasó a América para fundar en Quebec (Canadá). Guardando allí clausura conventual, fue desde entonces el alma de las misiones en la Nueva Francia. Son años de altísima vida mística, reflejada en admirables escritos y en miles de cartas. María de la Encarnación, en medio de guerras y revueltas, incertidumbres y martirios, avances misionales y retrocesos, fue como el corazón de la Iglesia naciente, ayudando a unos, aconsejando a otros, y animando a todos.
Para entrar mejor en la vida misional, aprendió pronto las lenguas nativas, el iroqués, el montañés, el algonquino y el hurón, hasta el punto de que compuso diccionarios y catecismos. Uniendo a la oración y a la penitencia su palabra encendida, convertía con la gracia de Dios a las personas, llamándolas a perfección. Su mismo hijo Claudio llegó a ser un excelente benedictino, y escribió más tarde la biografía de su madre (París 1677).
En una ocasión confesaba la santa: «Gracias a la bondad de Dios, nuestra vocación y nuestro amor por los indígenas jamás han disminuido. Yo los llevo en mi corazón e intento, muy dulcemente, mediante mis oraciones, ganarlos para el cielo. Existe siempre en mi alma un deseo constante de dar mi vida por su salvación» (Herencia 528).
María de la Encarnación murió en 1672 con gran fama de santidad.