Hoy, 29 de marzo, la Iglesia celebra a:

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  1. San EUSTASIO, obispo. En Nápoles. (s. III).
  2. San MARCOS, obispo. En Siria. Durante la controversia arriana no se desvió la más mínimo de la fe católica, y sufrió persecución durante el imperio de Juliano, el Apóstata. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón insigne y anciano santísimo. (364).
  3. Santos ARMOGASTES, ARQUINIMO y SATURNO, mártires. En Túnez. Durante la persecución vándala del rey Genserico, sufrieron graves suplicios e infamias por confesar la fe. (462).
  4. San GUILLERMO TEMPIER, obispo. En Poitiers. Prudente y firme. Defendió la Iglesia contra los nobles. (1197).
  5. San LUDOLFO, obispo y mártir. En Wismar, Alemania. Defendió la libertad de la Iglesia. Por ello fue aherrojado a una reducida cárcel, donde quedó agotado corporalmente. Tanto que al salir de prisión murió. (1250).
  6. Beato JUAN HAMBLEY, presbítero y mártir. En Salisbury. Fue al patíbulo en tiempos de Isabel I. (1587).

Hoy destacamos especialmente BEATO BERTOLDO del MONTE CARMELO

Fue uno de los ermitaños del Monte Carmelo. Estos ermitaños formaron comunidad, a la que dio regla a finales del siglo XII el patriarca de Jerusalén San Alberto de Vercelli, de la que fue primer prior San Brocardo y, desde 1221, Bertoldo.

Bertoldo era un sacerdote, o un militar, perteneciente a la familia Malafaida.

Cuando Pedro el Ermitaño invitó a los cristianos de Europa a ir en socorro de los muchos fieles que en el Próximo Oriente estaban dominados por los musulmanes, se organizó la primera cruzada, en la que se enrolaron nobles y plebeyos, religiosos y seglares. Entre ellos estaba Bertoldo de Malafaida, que iba acompañado de su primo, y de su hermano. Allí descubrirían el Monte Carmelo y la vida de sus ermitaños.

Abandonarían la vida militar y se agregaron los carmelitas.

La comunidad del Carmelo no era única. Los ermitaños vivían dispersos en ermitas y cuevas, y entre los peregrinos occidentales que se habían mezclado con los monjes de Oriente para hacer vida ermitaña, había algunos que no querían someterse a las tradiciones monásticas allí vigentes, convertidas en ley por el patriarca Juan II de Jerusalén.

Por ello, la Orden del Carmelo se hallaba en peligro.

Bertoldo hizo partícipe de esta crisis a Aymerico para que atajase el peligro por medio de su autoridad. Se tradujeron al latín las normas vigentes que estaban en griego y se mandó eligir un prior que los gobernase.

Cumplieron los ermitaños la orden del legado pontificio y eligieron a Bertoldo prior, que sería conocido como perfecto religioso y santo sacerdote. Éste optó por la vida en común y así los carmelitas dejaron de habitar separadamente en una cueva para formar una verdadera comunidad, motivo éste por el que algunos consideran a Bertoldo el fundador.

Los monasterios se multiplicaron y se dice que los sarracenos no dejaron de atacar y matar a numerosos religiosos, cuyas almas veía Bertoldo subir al Cielo.

Murió en el Monte Carmelo en 1195, después de encomendar su comunidad a la Virgen María.