- San EUSTASIO, obispo. En Nápoles. (s. III).
- San MARCOS, obispo. En Siria. Durante la controversia arriana no se desvió la más mínimo de la fe católica, y sufrió persecución durante el imperio de Juliano, el Apóstata. San Gregorio Nacianceno lo saludó como varón insigne y anciano santísimo. (364).
- Santos ARMOGASTES, ARQUINIMO, SATURNO, mártires. Túnez actual. Durante el reino vándalo en el norte de África, en la persecución de Genserico, su rey, sufrieron graves suplicios e infamias por confesar la fe verdadera. (462).
- Beato BERTOLDO, prior. Monte Carmelo, Palestina. Abandonando la milicia, fue admitido entre los hermanos que profesaban vida religiosa en ese monte. Más adelante fue elegido prior. (1188).
- San GUILLERMO TEMPIER, obispo. En Poitiers. Prudente y firme. Defendió la Iglesia contra los nobles. (1197).
- San LUDOLFO, obispo y mártir. En Wismar, Alemania. Defendió la libertad de la Iglesia. Por ello fue aherrojado a una reducida cárcel, donde quedó agotado corporalmente. Tanto que al salir de prisión murió. (1250).
- Beato JUAN HAMBLEY, presbítero y mártir. En Salisbury. Fue al patíbulo en tiempos de Isabel I. (1587).
Hoy recordamos especialmente a SAN LUDOLFO
Nada se sabe de los primeros años de vida de Ludolfo. Se incorporó a la Orden Premostratense en la Catedral Norbertina de Ratzeburg, donde fue tesorero antes de ser elegido obispo de Ratzeburg en 1236. Fue reconocido por su vida religiosa ejemplar y poderosa predicación de la Palabra de Dios. También fundó una comunidad de hermanas premostratenses en Rehna. Pero Ludolfo es quizás más recordado por su valiente defensa de los derechos y propiedades de la iglesia ante los codiciosos ataques Alberto, duque de Sajonia. Uno de los planes del duque era demoler la catedral, situada cerca de su castillo, y transformar el lugar en un jardín. Ludolfo se opuso al plan.
Mientras realizaba un viaje oficial, acompañado tan sólo por un pequeño cuerpo de seguridad, fue capturado por hombres del duque Alberto, encadenado, escupido y tratado con absoluta brusquedad. Esa noche, estando atado de pies y manos, sin piedad alguna lo dejaron afuera en pleno bosque, siendo víctima de los enjambres de mosquitos. Luego fue encarcelado y finalmente puesto en libertad. Ludolfo llevaba todos sus sufrimientos con paciente determinación. Ante el temor de volver a Ratzeburg donde el duque Alberto tenía ahora un control totalitario, Ludolfo se refugió con el príncipe Juan de Mecklenburg en Wismar.
Fue durante este exilio que Ludolfo, agobiado por las enfermedades sufridas en la prisión y por su avanzada edad, cayó gravemente enfermo. Él celebró su última Misa un Jueves Santo. Sus últimas palabras fueron: «Oh Dios grande y bueno, permite a este tu siervo inútil, pertenecer junto a ti por toda la eternidad». Murió el 29 de marzo 1250.
Su cuerpo fue devuelto a Ratzeburg para el entierro. Cuando la procesión pasó por Schlagsdorf, se dice que las campanas de la ciudad empezaron a tañer completamente solas. Ya en territorio del Duque, el cuerpo de Ludolfo fue llevado en hombros, desde el puente hasta la Catedral, por los nobles de Ratzeburg, Sus hermanos de la orden llevaron el cuerpo al interior del templo, donde se encontraba su lugar de descanso final.
Ludolfo es honrado como obispo y un mártir de los derechos y la libertad de la Iglesia. Se le representa con las insignias de un obispo, portando las cadenas que lo ataban en la prisión y la palma del martirio.