Hoy, 27 de diciembre, la Iglesia celebra a:

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  1. San JUAN, apóstol, que junto a su hermano Santiago y con Pedro fue testigo de la Transfiguración y de la Pasión del Señor, y al pie de la Cruz recibió de El a María como Madre. En su Evangelio y en otros escritos se muestra como teólogo, habiendo contemplado la gloria del Verbo encarnado y anunciando al que vio.
  2. Santa FABIOLA, viuda. Roma. Llevó a cabo su penitencia en favor de los pobres. (399).
  3. San TEODORO, monje, presbítero y mártir, en Bitinia, hoy Turquía. Junto con su hermano San Teófanes sufrió en Constantinopla azotes, cárcel, destierro y llagas en la frente por defender las imágenes. (841).
  4. Beato JOSÉ MARÍA CORBÍN FERRER, mártir. Santander. Martirizado por las izquierdas. (1936).

Hoy recordamos especialmente al Beato ALFREDO PARTE

El P. Alfredo Parte nació en Cilleruelo de Bricia (Burgos, España) el 2 de junio de 1899. Ingresó a los Hermanos de las Escuelas Pías (escolapios), tomó el hábito el 1 de agosto de 1915, y emitió los votos religiosos el 13 de agosto de 1916, con el nombre de Alfredo de la Virgen. Sus estudios y formación filosófica y teológica, que comenzó en Irache, fueron interrumpidos por una larga enfermedad; finalmente pudo ser ordenado en Palencia el 3 de marzo de 1928, a los 29 años. De él escribió un hermano de religión: «Era edificante verlo con sus muletas, tan alegre, como si estuviera completamente sano, siempre con una sonrisa.» Ejerció su ministerio calazanciano en el Colegio de las Escuelas Pías de Villacarriedo desde 1922, hasta que fue expulsado por los milicianos en julio de 1936, y se vio obligado a refugiarse en casa de su tía. Allí fue detenido el 17 de noviembre, y unos días más tarde confinado en un barco-prisión, anclado para este fin en el puerto de Santander.

Pasó en la bodega del barco fantasma «Alfonso Pérez» 40 días, junto con otros presos; y de lo profundo de la bodega, fue llamado el 27 de diciembre del mismo año a comparecer ante un «tribunal» creado en el mismo buque para juzgar a los prisioneros. Le sugirieron que frotase las manos en el suelo, para hacerse pasar por un obrero, y a lo mejor salvarse, pero el P. Alfredo Parte respondió: «No voy a negar mi profesión de sacerdote y escolapio», y luego ante los tribunales se declaró «sacerdote de los Escolapios de Villacarriedo». Su fin fue al llegar al término de la escalera que lo llevaba a cubierta, donde lo alcanzó un disparo en el cuello, y lo añadió así a la multitud de mártires de la malvada persecución, grabada para siempre en la historia de la España católica.