- San RUFO, mártir, Capua. (s. III).
- Santa MÓNICA, madre. Se casó jovencísima con Patricio, con quien tuvo hijos, entre ellos a San Agustín. Por la conversión de éste derramó abundantes lágrimas y rezó a Dios constantemente. (387).
- Santos MARCELINO, tribuno, MANNEA, su esposa, JUAN, su hijo, SERAPIO, presbítero, y PEDRO, soldado; mártires. Escitia, Rumanía. (s. IV).
- San NARNO, obispo. Bérgamo. Primer obispo de la ciudad. (s. IV).
- San POEMENO, abad. Tebaida, Egipto. Apreciado entre los anacoretas por su sabiduría. (s. IV).
- San LICERIO, obispo. Aquitania. Oriundo de Hispania, fue discípulo de San Fausto de Riez, y con sus oraciones protegió a la ciudad de las invasiones visigodas. (540).
- San CESÁREO, obispo. Arlés, Provenza. Después de una vida monástica en Lérins, recibió este episcopado en contra de sus deseos. Preparó y reunió sermones apropiados para las festividades, que los presbíteros debían leer con objeto de instruir al pueblo, y escribió también reglas de vida, tanto para hombres como para religiosas, para dirigir la vida monástica. (542).
- San JUAN, obispo. Pavía. (825).
- San GEBARDO, obispo. Suabia, Suiza. Obispo de Constanza, y sepultado en el monasterio de Petershausen, que él había fundado. (995).
- San GUARINO, obispo. Saboya. Obispo de Sion, el cual, monje de Solesmes en tiempo de San Roberto, fundó este cenobio, que dirigió santamente y agregó a la Orden del Císter. (1150).
- San AMADEO, obispo. Lausana, Helvecia. Siendo monje de Claraval, fue designado abad del cenobio de Hautecombe, y más tarde fue elegido para la sede episcopal, desde donde educó con dedicación a los jóvenes, formó un clero piadoso y casto, y cantó en su predicación a la Santísima Virgen. (1159).
- Beato ROGERIO CADWALADOR, presbítero y mártir. Leominster, Inglaterra. Ordenado en Valladolid. Insigne por su doctrina, ejerció su ministerio clandestinamente durante dieciséis años. Fue detenido por ser sacerdote y condenado al patíbulo después de crueles torturas en tiempo de Jacobo I. (1610).
- Beatos FRANCISCO de SANTA MARÍA, presbítero y CATORCE COMPAÑEROS, mártires. Nagasaki. Franciscanos. Martirizados por odio a Cristo. (1627).
- Beatos JUAN BAUTISTA de SOUZY, presbítero, y UDALRICO GUILLAUME, hermano; mártires. El segundo, escolapio. Rochefort. Encarcelados durante la Revolución Francesa; murieron de hambre. (1794).
- Beato DOMINGO de la MADRE de DIOS BARBERI, presbítero. Reading, Inglaterra. Congregación de la Pasión. Llevó a muchos al seno de la Iglesia Católica. (1849).
- Beato FERNANDO GONZÁLEZ AÑÓN, presbítero y mártir. Valencia. Martirizado por odio a la fe. (1936).
- Beato RAIMUNDO MARTÍ SORIANO, presbítero y mártir. Valencia. Asesinado por odio a la fe. (1936).
- Beata MARÍA del PILAR IZQUIERDO ALBERO, virgen. San Sebastián. Muy probada en la pobreza y por graves enfermedades. Sirvió a Dios mostrando una caridad singular en favor de los pobres y afligidos, para cuyo servicio fundó la Obra Misionera de Jesús y María. (1945).
Hoy recordamos especialmente a SAN DAVID LEWIS
Nació en el Monmoutlishire en 1616, hijo de un protestante y una católica, que llegaron a tener hasta nueve hijos, y criaron a todos ellos en la religión católica menos a éste, que siguió la religión del padre. Vivían en Albergavenny y el chico fue educado en la Royal Grammar School. Su inclinación era la abogacía y a los 16 años entró en el Middle Temple. Se colocó como tutor del hijo del conde de Savage, y en calidad de tal viajó al extranjero. Fue en Francia en donde se sintió llamado a ingresar en el catolicismo, religión que abrazó en París. Volvió a su casa y pasó en ella dos años, pero en 1638 se decidió por el sacerdocio, y marchó a Roma, ingresando en el Colegio Inglés. Aquí hizo los estudios y se ordenó sacerdote el año 1642. Prosiguió sus estudios en el Venerabile, y se sintió atraído por la vida de los jesuitas, pidiendo y obteniendo en 1644 el ingreso en la Compañía de Jesús. Hecho el noviciado y la profesión religiosa es enviado en 1646 a la misión inglesa, pero para ser llamado enseguida de nuevo a Roma, donde se le da el cargo de director espiritual del Colegio Inglés. En 1648, y a petición propia, vuelve a Gran Bretaña y se establece en Cwm, Llanrothal, donde los jesuitas ocupaban una casa de campo llamada colegio de San Francisco Javier, que fue un refugio para los sacerdotes perseguidos en las millas cercanas desde 1625 hasta 1678. Aquí trabajó como misionero a lo largo de 31 años, realizando una labor admirable, trayendo de nuevo a la fe a los caídos, fortaleciendo a los débiles, no importándole los peligros, soportando dificultades con ánimo entero, y mostrando tal caridad con los pobres que se ganó el nombre que hemos señalado de Tady Plodion.
En 1678 estalló el escándalo de la llamada «conspiración papista», denunciada por Titus Oates, y aunque finalmente resultó ser falsa, se hizo muy espesa la persecución contra los católicos. El P. David y los demás jesuitas intentaron ponerse a salvo y lograron marcharse de Cwm poco antes de que llegaran los hombres del sheriff y registraran toda la casa. El P. David se escondió en Llanfihangel Llantarnam, pero unos católicos apóstatas lo denunciaron y fue arrestado el 17 de noviembre de 1678 justo cuando se disponía a decir misa, pues era domingo. Llevado a Aberganny, fue luego encerrado en la cárcel de Monmouth, donde estuvo hasta mediados de enero de 1679, en que fue llevado a la de Usk. En el juicio de marzo compareció ante el juez sir Robert Atkins, ante el cual una testigo declaró haberle visto ejercer el ministerio sacerdotal católico. Fue entonces condenado a muerte. La ejecución tuvo lugar en Usk, frente a donde está ahora la iglesia de San Francisco Javier. El mártir se dirigió a los presentes y confesó ser católico, sacerdote y jesuita, y dijo que como se le condenaba por haber dicho misa y administrado los sacramentos, él moría por la causa de la religión. Exhortó a todos a ser firmes en la fe, frecuentar los sacramentos, sufrir con paciencia las aflicciones y persecuciones y perdonar a los enemigos. La gente se quedó tan conmovida con estas palabras que empezó a tirar piedras al verdugo, el cual se marchó, siendo sustituido por otro. Sus últimas palabras fueron: «Dulce Jesús, recibe mi alma». Fue entonces ahorcado y descuartizado