- San ALEJANDRO, obispo. En Alejandría. Anciano célebre por el celo de su fe, que fue elegido para la sede alejandrina. Rechazó la nefasta herejía de Arrio. Participó en Nicea. (326).
- San FAUSTINIANO, obispo. En Bolonia. Con su predicación confirmó y acrecentó a la Iglesia, que estaba sufriendo a causa de la persecución. (s. IV).
- San AGRÍCOLA, obispo. En Neustria, Francia. (594).
- San VÍCTOR, eremita. En Champagne, Francia. Alabado por San Bernardo. (s. VII).
- San ANDRÉS, obispo. En Florencia. (s. IX).
- Beato ROBERTO DRURY, presbítero y mártir. En Londres. Acusado injustamente de participar en una conjura contra el Rey Jacobo I. Subió al patíbulo confesando a Cristo y revestido con el hábito, mostrando así la dignidad de su sacerdocio. (1607).
- Santa PAULA de SAN JOSÉ de CALASANZ MONTAL FORNÉS, virgen y fundadora. En Montserrat. Fundó el Instituto de Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías. (1889).
- Beata PIEDAD de la CRUZ ORTIZ REAL, virgen. En Murcia. Instituyó la Congregación de Hermanas Salesianas de Jesús, y en pocos años fundó numerosos asilos, hospitales, residencias de ancianos, colegios y escuelas dominicales. Predijo el día exacto de su muerte. (1916).
Hoy destacamos a SAN PORFIRIO de GAZA
Su vida fue descrita por su discípulo Marcos.
Nació en 347 en Tesalónica, en una familia acomodada.
A los 31 años se retiró al desierto de Scete, en Egipto, para abrazar la vida eremítica.
Permaneció allí cinco años y después fue a Palestina, donde vivió otros cinco años en una gruta cerca del Jordán.
Quiso visitar los Santos Lugares de Jerusalén, pero su gran austeridad había minado su salud, y lo tuvieron que llevar a esta ciudad, donde conoció a su discípulo, que se quedó a su lado para atenderlo.
Visitando el Calvario se curó milagrosamente. Repartió los bienes de su herencia, que le llegaron entonces, a los pobres de Jerusalén y de las aldeas cercanas, y también hizo donaciones a monasterios de Egipto, que eran muy pobres. Él, sin nada, se puso a arreglar zapatos para sustentarse.
Tenía 45 años cuando el obispo de Jerusalén, que oyó hablar de él, lo ordenó sacerdote y le confió la custodia de las Reliquias de la Santa Cruz.
El año 395, al morir el obispo de Gaza, fue llamado para sucederle. Había allí pocos cristianos, y consiguió decretos imperiales para clausurar los templos paganos.
Después de haber gobernado su Diócesis durante muchos años, murió ya con fama de santo en 421.