- San CLETO, papa, en Roma. El segundo que rigió la Iglesia Romana después de San Pedro. (88).
- San PRIMITIVO, mártir. En Gabi, Italia. (s. inc.).
- San BASILEO, obispo y mártir. En Ponto, Turquía. En tiempo del emperador Licinio. (322).
- San ISIDORO, obispo y doctor. Sevilla. Discípulo de su hermano San Leandro. Sucesor suyo en la sede de Sevilla, en la Hispania Bética. Escribió con erudición, convocó y presidió varios concilios, y trabajó con celo y sabiduría por la fe católica y por la observancia de la disciplina eclesiástica. (636).
- San RICARIO, presbítero. En Amiens, Francia. Conmovido por la predicación de unos monjes escoceses, se convirtió a una vida de penitencia. (645).
- San PASCASIO RADBERTO, abad. En Corbie. Expuso de modo claro y lúcido la verdad sobre el Cuerpo y la Sangre del Señor en el Misterio de la Eucaristía. (865).
- Santos GUILLERMO y PEREGRINO, eremitas. Foggia. Italia. (s. XII).
- Beatos DOMINGO y GREGORIO, presbíteros. Reino de Aragón. Dominicos. Sin llevar dinero alguno, mendigando cada día el alimento necesario, peregrinaban anunciando a todos la Palabra de Dios. (s. XIII).
- San ESTEBAN, obispo. En Moscú. Evangelizó a los nativos zyrjani, inventó un alfabeto para su lengua en la que celebrar la liturgia, destruyó ídolos, erigió iglesias y confirmó las verdades de la fe entre aquellas gentes. (1396).
- Beato JULIO JUNYER PADERN, presbítero y mártir. En Gerona. De la Sociedad de San Francisco de Sales. Martirizado por los miembros del Frente Popular. (1938).
- Beato ESTANISLAO KUBISTA, presbítero y mártir. En Sachesenhausen, Alemania. Sociedad del Verbo Divino. Durante la ocupación nazi en Polonia, entregó su alma a Dios al poco de ser encarcelado. Con él se conmemora al Beato LADISLADO GORAL, obispo auxiliar de Lublín, que padeció en el mismo lugar por defender la dignidad de los hombres y de la fe. (1942).
Hoy recordamos especialmente a SAN RAFAEL ARNÁIZ BARÓN
Nació en Burgos en 1911 en el seno de una familia muy religiosa de buena posición económica. Después de hacer los estudios primarios con los jesuitas, empezó a estudiar printura, pero se decidió por la carrera de arquitecto, para lo que se trasladó a Madrid.
En 1930 visitó ocasionalmente la trapa de San Isidro de Dueñas, en Palencia. Quedando muy impresionado. Después de mucho orar y consultar, se decidió a pedir la admisión en este monasterio, donde ingresó en 1934.
Al cabo de unos meses se le declaró una diabetes, por lo que se le indicó que volviera a su casa para iniciar un tratamiento y reponerse. Diagnosticada como enfermedad incurable, se vio obligado a renunciar la profesión religiosa y al sacerdocio, pero solicitó ser admitido como oblato: vestirá el hábito religioso, hará vida de comunidad y, aunque sin votos, los cumplirá como si los hubiera hecho. Su reingreso fue en 1936.
Desencadenada la Guerra Civil ese mismo año, fue llamado a filas, pero el examen médico lo declaró inútil para la milicia y regresó al monasterio.
Como empeoraba, el abad decidió que volviera a su casa, lo que él aceptó con gran humildad.
Diez meses más tarde, en vista de lo incurable de su enfermedad, solicitó que le permitieran vivir en el monasterio el tiempo que Dios le diera vida y, edificados los monjes por sus virtudes y espiritualidad, le autorizaron a entrar de nuevo para morir entre ellos.
Vivió su enfermedad con paciencia. Hizo de su lecho un lugar de ofrenda y oración al Señor, que se lo llevó en 1938.