- San CANIÓN, obispo y mártir. En la Campania. (s. III).
- San DIONISIO, obispo y mártir. En Milán. Siendo desterrado a Armenia por el emperador arriano Constancio, murió allí. (361).
- San LEÓN, abad. En Troyes. (s. VII).
- San ALDELMO, obispo. En Inglaterra. Varón célebre por su doctrina y escritos, que había sido abad de Malmesbury y después primer obispo de Sherborne, entre los sajones occidentales. (709).
- San BEDA el VENERABLE, presbítero y doctor. Inglaterra. Servidor de Cristo desde la edad de ocho años, trasncurrió toda su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbría, dedicado a la meditación y a la exposición de las Escrituras. Tras la observancia de la disciplina monástica y el ejercicio cotidiano del canto en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, enseñar o escribir. (735).
- San GENADIO, obispo y monje. En Astorga. Primero abad y después obispo del mismo lugar. Prestó consejo a los reyes de León, pero movido por el deseo del claustro, renunció a la dignidad episcopal para pasar el resto de su vida como monje y eremita. (925).
- San GREGORIO VII, papa. En Roma. Primero llevó vida monástica y colaboró en la reforma de la Iglesia en numerosas legaciones de su tiempo. Una vez elevado al papado, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la libertad religiosa de la Iglesia respecto al poder los príncipes, defendiendo valientemente la santidad del sacerdocio. Al ser obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio, en Campania. (1085).
- San GERARDO MECATTI, religioso. En Florencia. Siguiendo las huellas de San Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró a un lugar desierto, donde, por amor de Cristo, se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a enfermos. (1245).
- San GERIO, ermitaño. En Las Marcas. Era conde, después llevaría vida de ermitaño y murió en el transcurso de una santa peregrinación. (1270).
- Beato FELIPE BERTONI, presbítero. En Emilia-Romaña. Servita. Insigne por el don de las lágrimas y su extraordinaria humildad. (1483).
- Santa MARÍA MAGDALENA de PAZZI, virgen. En Florencia. Carmelita. Llevó una vida de oración escondida en Cristo, rezando con empeño por la reforma de la Iglesia. Distinguida por Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección. (1607).
- San PEDRO DOAN VAN VAN, catequista y mártir. En Tonkín. Ayudaba en una parroquia en tiempo de Tu Duc. Ya octogenario fue martirizado. (1857).
- San DIONISIO SSEBUGGWAWO, mártir. En Uganda. A los dieciséis años, habiendo reconocido ante el rey Mwanga que había enseñado la fe a dos cortesanos, fue traspasado con una lanza por el mismo rey. (1886).
- Beato NICOLÁS CEHELSKIJ, presbítero y mártir. En Moldavia. Atormentado hasta el final por los comunistas. (1951).
Hoy destacamos a SANTA MAGDALENA SOFÍA BARAT
Nació en una familia artesana en 1779. Un hermano suyo, sacerdote, se encargó de su educación cristiana y cultural, y logró darle una vasta cultura clásica, literaria y científica.
Durante la Revolución Francesa se instaló en París con su hermano. Al terminar, con la ayuda de un padre jesuita, el P. Varín, SI, emprendió la fundación de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús, congregación religiosa femenina dedicada a glorificar al Corazón de Jesús a través de la formación cristiana de la juventud.
En 1800 partió hacia Amiens para enseña en una escuela, que se convirtió en el primer colegio de la nueva congregación.
A los 23 años, siendo la más joven, fue elegida superiora de la comunidad.
En 1862, el papa León XIII aprobó la Sociedad oficialmente. Pronto se extendería por toda Francia y por otros países, incluso en América. Logró fundar 111 casas.
En 1864, la Santa Sede pidió al congreso general de la sociedad que se permitiera a Magdalena Sofía renunciar a su cargo, pero solamente decidieron nombrar a una religiosa que la ayudase en su trabajo.
Después de dar ejemplo de todas las virtudes, la “glorificadora del Corazón de Jesús” falleció en 1865.