- San EPAFRODITO. Cooperador y compañero de San Pablo. (s. I).
- San PABLO, obispo y mártir. En Narbona. (s. III).
- Santos CALÍNICO y BASILISA, mártires. En Galacia, Turquía. (s. inc.).
- San BASILIO de ANCIRA, presbítero y mártir. En Galacia. Se opuso enérgicamente a los arrianos durante el imperio de Constancio, y durante el de Juliano fue apresado y conducido ante el prefecto el cual le hizo atormentar y matar por haber pedido públicamente a Dios que ningún cristiano abandonase la fe. (362).
- Santa LEA, viuda. En Roma. Sus virtudes las ensalzó San Jerónimo. (383).
- San BIENVENIDO SCOTIVOLI, obispo. En Las Marcas, Italia. El Papa Urbano IV lo eligió para la sede de Osimo. Promovió la paz entre los ciudadanos y, según el espíritu de los franciscanos, quiso morir en tierra desnuda. (1282).
- Beato FRANCISCO CHARTIER, presbítero mártir. En Angers. Durante la Revolución Francesa fue guillotinado por ser sacerdote. (1794).
- San AGUSTÍN ZHAO RONG, presbítero y mártir. En Sichuan, China. Fue encerrado en una cárcel por ser cristiano. Allí murió. (1815).
- Beatos MARIANO GÓRECKI y BRONISLAO KOMORWSKI, presbíteros y mártires. En Gdansk, Polonia. Fusilados por los nazis. (1940).
Hoy recordamos especialmente a SAN NICOLÁS OWEN
Humilde artesano que, durante la persecución al catolicismo durante el reinado de Jacobo I de Inglaterra, salvó la vida de muchísimos sacerdotes por su habilidad en esconderles.
Un jesuira, el P. Tanner, decía que era “un gran siervo de Dios en un cuerpo diminuto”.
Nació en Inglaterra y desde niño fue educado en las buenas costumbres. Estuvo varios años ayudando a los jesuitas, y hacia 1580 fue admitido en la Compañía. Era el primer inglés entre los hermanos legos. Su pertenencia a la Compañía de Jesús se mantuvo oculta por motivos de seguridad.
Muchos sacerdotes salvaron su vida gracias a él. Tenía muchos escondites para ellos.
Con su habilidad de albañil sabía excavar galerías, abrir muros y disimular entradas, de modo que, durante muchos años, protegiendo sacerdotes, pudo servir a todos los católicos, cuyo progreso en la virtud se debió a que pudieron recibir la instrucción cristiana y los sacramentos.
Siempre comenzaba su trabajo recibiendo la Comunión, y durante el trabajo de escondite oraba sin pausa, ofreciendo a Dios su labor. No aceptaba recompensa económica.
Se hallaba con el P. Gerard cuando un delator dio razón de él y fueron apresados.
Nicolás fue encarcelado y sometido a terribles torturas para forzarlo a que revelara los nombres de los católicos. Tanto él, conocido como el Hermano Owen, como el Hermano Fulwood, fueron colgados por los brazos de unas argollas de hierro, y con pesas atadas a los pies durante horas. No lograron obtener información alguna. Ninguno de los dos habló.
Un caballero católico pagó una fuerte suma de dinero por lo que fue liberado. Seguiría escondiendo sacerdotes.
Volvió a ser apresado y lo enviaron a la Torre de Londres. Allí el carcelero se ensañó con él, teniéndolo colgado varias horas al día. El Hermano Owen invocaba de continuo a Jesús y María.
Finalmente, su cuerpo fue tan estirado que murió en medio de una terrible agonía en 1606.