Hoy, 22 de diciembre, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. TREINTA SANTOS MÁRTIRES, en Roma, en el cementerio “Ad Duas Lauros”. (s. inc.).
  2. Santos NILÓPOLIS y COMPAÑEROS, mártires. En Egipto. Durante la persecución de Decio, parte de ellos, dándose a la fuga, erraron los lugares solitarios y sucumbieron, algunos ante las fieras, otros, consumidos por el hambre y el frío y la enfermedad, y el resto, finalmente, exterminados por los bárbaros y los ladrones, y así todos, con muerte distinta. (250).
  3. San ISQUIRIÓN, mártir. En Egipto. Por rehusar sacrificar paganamente fue empalado. (250).
  4. 43 SANTOS MÁRTIRES, monjes. En Egipto. Fueron muertos por el pueblo de los Blemios por su fe cristiana. (s. IV).
  5. Beato THOMAS HOLLAND, presbítero y mártir. En Londres. Jesuita. Realizando su ministerio clandestinamente, en tiempo de Carlos I, entregó su espíritu al ser ahorcado. (1642).

Hoy recordamos especialmente a SANTA FRANCISCA JAVIERA CABRINI

Francisca Cabrini, nacida en 1850, la menor de 13 hijos. Se distinguió, por no mirar la emigración con los ojos del político ni del sociólogo, sino con esos humanísimos de mujer cristiana, mereciendo el título de madre de los emigrantes.
Huérfana de padre y de madre, Francisca hubiera querido encerrarse en un convento, pero no fue aceptada por su delicada salud. Entonces aceptó el cargo que le confió el párroco de Codogno para que ayudara en un orfanatorio. La joven, graduada de maestra hacia poco tempo, hizo mucho más: reunió a algunas compañeras y formó el primer núcleo de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, orientadas por el espíritu de un intrépido misionero, San Francisco Javier. Cuando Francisca hizo los votos religiosos tomó el nombre del santo. Como él, hubiera querido partir también para China, pero cuando tuvo noticia del descuido y del drama de desesperación de los miles y miles de emigrantes italianos que descargaban en el puerto de Nueva York sin ninguna ayuda material ni espiritual, Francisca Javier no dudó un instante.
También ella, en la primera de sus 24 travesías oceánicas, compartió las incomodidades y las incertidumbres de sus compatriotas; pero se destacó por su extraordinaria valentía con la que afrontó las grandes necesidades que se le presentaron y supo desenvolverse para establecer un punto de encuentro y de ayuda para los emigrantes. Ante todo se preocupó por los huérfanos y los enfermos, construyendo casas, escuelas y un grande hospital en Nueva York, luego en Chicago, después en California, y así siguió extendiendo su obra en toda América, hasta Argentina.
A quien le manifestaba admiración por el éxito de tantas obras, la Madre Cabrini le contestaba con sincera humildad “¿Acaso todo esto no lo ha hecho el Señor?”. Murió en el surco, durante uno de sus tantos viajes a Chicago, en 1917.