- San SOTERO, papa. En Roma. San Dionisio alaba su caridad para con los hermanos, los peregrinos necesitados, los afligidos por la pobreza y los condenados a trabajos forzados. (175).
- San EPIPODIO, mártir. En Lyon. Detenido con su amigo Alejandro, consumó su martirio al ser decapitado después de la muerte de otros cuarenta y ochos mártires. (178).
- San LEÓNIDAS, mártir. En Alejandría de Egipto. Bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada pr su fe. (204).
- San MARYAHB, “el Señor actúa”, corepíscopo y mártir. Persia. Sufrió el suplicio bajo la persecución desencadenada por Sapor II. (341).
- San AGAPITO I, papa. En Constantinopla. Trabajó enérgicamente para que el obispo de Roma fuese elegido libremente por el clero de la Urbe y para que se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, allí difundió la fe ortodoxa ante el emperador Justiniano y ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad. (536).
- San LEÓN, obispo. En Sens. (s. VI).
- San TEODORO, obispo y abad. En Galacia. Desde su infancia se distinguió por el amor a la soledad, motivo por el cual abrazó una vida austera, pero obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de este cargo y poder regresar al eremo. (613).
- Santa OPORTUNA, abadesa, en Séez, Neustria. Célebre por su abstinencia y austeridad. (770).
- Beato FRANCISCO VENIMBENI, presbítero. En Piceno. Franciscano. Eximio predicador de la Palabra de Dios. (1322).
Hoy destacamos a SANTA SENORINA de BASTO
Nació en 924 en una familia noble del obispado de Braga, entonces Reino de León. Al poco tiempo de nacer la niña murió la madre, y el padre confió su educación a la abadesa Godina del monasterio de San Juan de Vieira, de reconocida virtud, que era tía suya.
Educada en ese ambiente, pronto se sintió atraída por la vida religiosa. Después de rechazar una prometedora oferta de matrimonio con un noble, Godina ingresó en el monasterio benedictino, esmerándose en el cumplimiento de sus obligaciones y llevando una vida muy austera de penitencia y oración.
Cuando falleció la abadesa Godina, fue elegida para sucederla, a pesar de sus resitencia por no considerarse digna de ello.
Dirigió el monasterio con rectitud y acierto, y lo trasladó a Bato, cerca de Braga. Se refieren muchos milagros ya en vida mortal.
Falleció en 980 llena de virtudes cristianas.