Hoy, 21 de diciembre, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. San MIQUEAS, profeta. Defendió, en los días de los reyes de Joatán, Azaz y Ezequías, a los oprimidos, condenó los ídolos y las perversidades, y anunció nacería en Belén de Efratá un caudillo que apacentaría a Israel.
  2. San TEMÍSTOCLES, mártir. En Licia, Turquía. El cual se ofreció en lugar de San Dióscoro, que era buscado para ser ajusticiado, y tras ser torturado en el potro, arrastrado y apaleado falleció. (s. III).
  3. Beato DOMINGO SPADAFORA, presbítero. En Emilia-Romaña, Italia. Dominico. Trabajó en el ministerio de la predicación. (1521).
  4. Beato PEDRO FRIEDHOFEN, religioso. En Coblenza, Alemania. Fundó, después de ser caminero, la Comunidad de Hermanos de la Misericordia de María Auxiliadora, a causa de los cual sufrió plácidamente y con ánimo sereno muchas burlas y molestias. (1860).

Hoy destacamos a SAN PEDRO CANISIO.

Nació en Nimega (Holanda) en 1521.

Hijo de un burgomaestre de la ciudad.

Perdió de niño a su madre, pero la nueva esposa del padre trató a Pedro como a un hijo. Cursó los estudios elementales en su ciudad y pasó luego a la universidad, en Colonia, donde se doctoró en Letras en 1540. Seguidamente, comenzó los estudios de Derecho en Lovaina, obligado por el padre. Pero él no quería.

En Colonia se había disipado algo, pero el sacerdote Nicolás Esche supo traerlo al buen camino. En 1545 logró el bachillerato en Teología y recibió las órdenes menores, que le permitieron ser profesor de Sagrada Escritura.

Deicidió no contraer matrimonio, hizo voto de castidad y se marchó a Colonia decidido a continuar los estudios en Teología.

Por entonces, predicaba en las ciudades del Rin el jesuita Pedro Fabro. Pedro Canisio se sintió impactado por la predicación de Fabro y decidió hacer el mes de ejercicios espirituales ignacianos dirigidos por éste en Maguncia.

En la segunda semana, hizo el voto de ingresar en la Compañía de Jesús. Aceptado, lo enviaron a la comunidad de Colonia, donde cursó los estudios correspondientes. Profesó y le ordenaron que se dedicase a predicar, visitar enfermos y preparar sus primeras publicaciones y traducciones de Padres de la Iglesia.

En 1546, recibió la ordenación presbiteral. Le pidieron que acompañase al cardenal Othon Truchsess al Concilio de Trento. Llegando a Bolonia, donde se había trasladado los padres conciliares, en 1547.

Aquí trabajó con los jesuitas Laínez y Salmerón. En 1549, visitó Roma, donde conoció a San Ignacio de Loyola.

Lo envió a Sicilia para enseñar retórica en un colegio recientemente abierto allí, pero después de haber profesado en Roma, consideró más conveniente que regresar a Alemania, con el fin de impulsar la reforma católica frente al avance dl protestantismo.

En Alemania y Austria fue profesor de las universidades de Ingolstadt y de Viena, desde 1549 hasta 1552.

Este año fue elegido provincial de los jesuitas de Alemania, cargo que ejerció hasta 1569. Procuró la expansión de la Compañía en este país y, acogiendo y formando a los muchos jóvenes que se acercaban a la nueva orden, fundó varias casas y colegios. En 1559, trasladó la residencia del provincial a Ausburgo, donde permaneció seis años.

Fue llamado a asistir a las Dietas del Imperio en las que resonó su voz pidiendo la verdadera reforma de la Iglesia, y fue consultado por el emperador y por numerosos príncipes, que admiraban su celo apostólico y su doctrina.

Durante una epidemia, se volcó sin miedo para atender a los enfermos tanto en lo corporal como en lo espiritual, animándolos a colocarse bajo la mano misericordiosa de Dios.

Fue incansable en la predicación de misiones y en explicar el catecismo, convencido de que por la ignorancia del pueblo se había extendido el protestantismo.

En 1562, fue llamado a la última sesión del Concilio de Trento.

A la muerte del P. Laínez, fue a Roma a la elección de un nuevo general para la Compañía.

Estuvo en Polonia como consejero de la nunciatura, pero tuvo que volver de inmediato a Roma por las tensas relaciones entre el Papa y el Emperador.

Al finalizar el Concilio de Trento, anhelaba llevarlo a la práctica. Contaba con la ayuda de San Carlos Borromeo en Milán.

Vio que lo más importante, al regresar a Alemania, era un seminario bueno. Logró que se abriesen varios. Trabajó fuerte en la promoción de la prensa católica. En 1580 lo trasladaron a Friburgo, capital del cantón católico, rodeado de protestantes. Allí predicó sin descanso en los pueblos.

En 1591, enfermo gravemente, tuvo que dejar los trabajos apostólicos. Al reponerse, siguió sirviendo a la comunidad jesuítica lavando platos, barriendo, limpiando habitaciones con humildad, sencillez y servicialidad. Murió en 1597.