- San APOLONIO, filósofo y mártir. En Roma. En tiempo del emperador Cómodo, ante el prefecto y el Senado, defendió con agudeza la fe, por lo que fue martirizado. (185).
- San ARISTO, presbítero y mártir. En Alejandría de Egipto. (s. inc.).
- San ANASTASIO, abad. En el monte Sinaí. Defendió incansablemente la fe ortodoxa ante los monofisitas y escribió muchos sermones útiles para la salvación de las almas. (700).
- San MAELRUBO, abad. En Applecroos, Escocia. Nació en Irlanda. Fundó un monasterio de misioneros, desde el cual, durante cincuenta años, difundió la luz de la fe a la población de aquellas regiones. (722).
- San ANSELMO, obispo y doctor. Nació en Aosta. Fue monje y abad del monasterio de Bec, en Normandía, donde enseñaba a los hermanos a caminar por la vía de la perfección a buscar a Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la sede de Cantorbery, en Inglaterra, trabajó denodadamente por la libertad de la Iglesia, y por ello sufrió dificultades y destierros. (1109).
- Beato JUAN SAZIARI, religioso. En Cagli, Italia. Terciario franciscano. (1372).
- Beato BARTOLOMÉ CERVERI, presbítero y mártir. En Fossano, Italia. Dominico. Luchó por defender la fe católica y confirmó su entrega al morir alanceado por unos herejes. (1466).
- San CONRADO BIRNDORFER de PARZHAM, religioso. Baviera. Capuchino. Durante más de cuarenta años ejerció el oficio humilde de portero, siempre generoso con los pobres, y que jamás despidió a un menesteroso sin haberle ofrecido ayuda. (1891).
Hoy recordamos especialmente a SAN ROMÁN ADAME
Nació en Teocaltiche, Jal. (Diócesis de Aguascalientes), el 27 de febrero de 1859. Párroco de Nochistlán, Zac. (Arquidiócesis de Guadalajara). Sacerdote de profunda humildad. Jamás se le oyó quejarse; ante cualquier sufrimiento decía con serenidad: «Sea todo por Dios». Catequesis, misiones populares, construcción de capillas para que los fieles tuvieran cerca al Santísimo, atención a los enfermos y educación a los niños fueron las principales acciones de su ministerio parroquial. Durante la persecución, siguió oculto administrando los sacramentos. Alguien delató su escondite y de noche fue hecho prisionero. Llegado el momento de la ejecución, el día 21 de abril de 1927, con un gesto de bondad trató de salvar al soldado, que, por no querer dispararle, iba a ser también fusilado. Luego, decidido y firme, pero con humildad, entregó su vida.