Hoy, 20 de febrero, la Iglesia celebra a:

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  1. San SERAPIÓN, mártir. En Alejandría de Egipto. En tiempo del Imperio de Decio fue víctima de abusos atroces y, después de descoyuntarle todos los miembros, fue precipitado desde lo alto de su casa. (248).
  2. CINCO SANTOS MÁRTIRES, en Tiro, Líbano. En tiempo de Diocleciano fueron azotados y luego expuestos desnudos a las fieras. Ante esa situación se mantuvieron firmes y constantes a pesar de su juventud. Uno de ellos oraba con los brazos en cruz. Finalmente, fueron degollados. (303).
  3. San TIRANIÓN, obispo y mártir. En Antioquía de Siria. Su sede fue Tiro. Fue desgarrado con garfios junto con el presbítero Zenobio. (311).
  4. San ELEUTERIO, obispo. En Tournai, Galia. (530).
  5. San EUQUERIO, obispo. En Brabante, Bélgica. Desterrado por Carlos Martel a causa de las calumnias de los envidiosos, siendo obispo de Orleáns, fue acogido por los monjes del cenobio de Saint-Truiden. (738).
  6. San LEÓN, obispo. En Sicilia. Se ocupó primeramente de los pobres. (787).
  7. Beata JACINTA MARTO. Aljustrel, Fátima. Siendo niña de tierna edad, aceptó con paciencia la grave enfermedad que le aquejaba y demostró una gran devoción a la Virgen María. (1920).

Hoy recordamos especialmente a la Beata JULIA RODZINSKA

Julia Rodzinska (Stanislava en el siglo), nació el 16 de marzo de 1899 en Polonia.

A los 17 años de edad, decidió abandonar la escuela para ingresar en la congregación de las Hermanas de Santo Domingo. Vistió el hábito blanco y asumió el nuevo nombre de María Julia. Fue enviada a Cracovia, donde continuó sus estudios y, tras pasar el examen de cualificación, obtuvo una licencia de maestra permanente.

Era especialmente sensible hacia los huérfanos y cuidó de su vestimenta y su educación. Luego, prosiguió con su vocación en Mielżyn n. Gniezno, Rawa Ruska y Vilna. Cuidó de los niños y los jóvenes más pobres, trabajó como niñera en un orfanato, mostrando apoyo a los niños y ayudándoles a recibir una educación.

Cuando el ejército soviético invadió Vilna, la situación de las monjas cambió drásticamente a peor. En septiembre de 1920, las hermanas dominicas fueron despedidas de su trabajo y, con permiso de las autoridades eclesiásticas, empezaron a vestir ropa seglar.

Sor Julia siguió enseñando clandestinamente durante la ocupación alemana hasta su arresto en 1943. La monja fue encarcelada y torturada en Łukiszki. No obstante, no renunció a su fe ni a sus valores centrales. Estuvo cautiva durante un año en una celda de aislamiento y luego fue evacuada con otros prisioneros al campo de concentración de Stutthof.

A partir de entonces, Julia se convirtió en el número 40992. Las condiciones del campo eran duras. Suciedad, alimañas, acceso limitado a agua potable, pocas raciones de comida distribuidas en condiciones extremas que insultaban la dignidad humana… Sin embargo, ella no perdió la esperanza y era amable con todo el mundo.

Un día, se enteró de que un preso planeaba quitarse la vida en el campo judío, así que ella le estuvo enviando mensajes secretos hasta que él le aseguró que no se suicidaría. Más tarde, ese mismo hombre admitió que fue sor Julia quien le infundió esperanza para sobrevivir al infierno del campo.

La monja animaba a los demás a rezar. Llegó incluso a fabricar las cuentas de un rosario usando una rebanada de pan del campo. Ewa Hoff, una de las supervivientes, describió un momento emotivo: “Me tocó con suavidad, como solamente una madre podría despertar a un niño: ‘Tengo algo de sopa para ti y me gustaría que la comieras mientras aún está caliente. Es la única razón por la que te despierto’”, le dijo sor Rodzińska.