- San FABIÁN, papa y mártir. Siendo laico fue llamado al pontificado por inspiración divina. Dio ejemplo de fe y virtud. Sufrió martirio con Decio. (250).
- San FRUCTUOSO, obispos, y EULOGIO y AUGURIO, diáconos y mártires. Tarragona, Hispania Citerior. En tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno, después de haber confesado la fe en los interrogatorios, fueron llevados al anfiteatro, y allí, en presencia de los fieles y con voz clara, el obispo oró por la paz de la Iglesia, y consumaron los tres su martirio en medio del fuego, y puestos de rodillas y en oración. (259).
- San SEBASTIÁN, mártir. Nació en Milán. En Roma sufrió martirio. (s. IV).
- San ASCLA, mártir. En la Tebaida, Egipto. Fue llevado al gobernador para ser interrogado, y después de las torturas fue arrojado al río. (s. IV).
- San NEÓFITO, mártir. En Bitinia, Turquía. (s. IV).
- San EUTIMIO, abad. En Palestina. Nació en Armenia. Se consagró a Dios ya en la infancia. Vivió en soledad. Dio ejemplo de observante y disciplina, humildad y caridad. (473).
- San WULFSTANO, obispo. En Worchester, Inglaterra. Pasó del claustro al episcopado. Visitó incansablemente las parroquias, ocupándose de erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar los abusos. (1095).
- Beato BENITO RICÁSOLIA, eremita. En la Toscana. Benedictino. (1107).
- Santa EUSTOQUIA CALAFATO, virgen y abadesa. En Sicilia. Clarisa. Se dedicó con todas sus fuerzas a restaurar la primitiva disciplina de la vida regular según el ejemplo de San Francisco. (1485).
- San ESTEBAN MIN KUK-KA, mártir y catequista. En Corea. Decapitado en la cárcel. (1840).
- Beata MARÍA CRISTINA de la INMACULADA, virgen. En Nápoles. Dedicó su vida a la formación cristiana de los niños y fundó la Congregación de Religiosas Víctimas Expiatorias de Jesús Sacramentado, con lo cual promovió intensamente la adoración a la Eucaristía. (1906).
- Beato CIPRIANO IWENE TANSI, presbítero. En Leicester, Inglaterra. Nació en Nigeria. Se hizo cristiano en su infancia con la oposición de la familia. Llegó a ser ordenado sacerdote y se dedicó con gran celo a la cura pastoral hasta que, hecho monje cisterciense, falleció santamente. (1964).
Hoy recordamos especialmente a SAN ENRIQUE DE UPSALA
Por falta de documentos contemporáneos de valor, sólo podemos dar un breve resumen de la vida de San Enrique. Si bien había nacido en Inglaterra, es posible que residiese en Roma, cuando el cardenal Nicolás Breakspear, que fue posteriormente Papa con el nombre de Adriano IV, partió como legado pontificio a Escandinavia, en 1151. Enrique parece haber formado parte de su comitiva, y no faltan razones para creer que el mismo legado pontificio le consagró obispo de Upsala, en 1152. El nuevo obispo se ganó la benevolencia del rey San Erico de Suecia. Cuando el monarca emprendió una especie de cruzada contra los paganos de Finlandia, el obispo le acompañó en ella. Los suecos obtuvieron una señalada victoria, lo cual tuvo como efecto la conversión de algunos finlandeses. Erico retornó a Suecia, pero el obispo se quedó en Finlandia para continuar el trabajo de las conversiones «con celo apostólico, aunque en algunas ocasiones, con poca prudencia apostólica».
San Enrique impuso penitencia a un convertido, llamado Lali, que había cometido un asesinato. Considerándola éste como una humillación, se puso al acecho del obispo y le asesinó. El santo realizó algunas curaciones y otros milagros. Aunque la afirmación de que el mártir fue canonizado por el Papa Adriano no descansa sobre ninguna prueba, lo cierto es que los holandeses le consideran como su santo patrono, desde épocas muy remotas. Falleció en 1157.
Según se desprende de una carta de Bonifacio VIII, escrita en 1296, la catedral de Abo estaba ya dedicada a San Enrique; y cuando, en el siglo XVI, la serie de pinturas de los mártires ingleses fue colocada en el Colegio Inglés de Roma, el patrono de Finlandia figuraba en ella.