- San GERMÁNICO, mártir. En Esmirna, Turquía. Discípulo de San Policarpo. Le precedió en el martirio. Condenado por el juez, con el vigor de su juventud llegó a provocar él mismo a la fiera que lo habría de destrozar. (167).
- San PONCIANO, mártir. En Umbría. En tiempos del emperador Antonino fue durante azotado con varas y finalmente muerto a espada. (s. II).
- Santos MARIO, MARTA, AUDIFAX y ÁBACO, mártires. En Roma. (s. IV).
- San MACARIO el GRANDE, presbítero y abad. En Egipto. Vivió sólo para Dios y sus monjes. (390).
- San MACARIO, el ALEJANDRINO, presbítero y abad. En el mismo monasterio que el anterior. (s. V).
- San BASIANO, obispo. En la Liguria, Italia. Luchó enérgicamente junto con San Ambrosio de Milán, para proteger a sus fieles de la herejía arriana. (409).
- Santas LIBERADA y FAUSTINA, hermanas y vírgenes. En la Lombardía. Fundaron el monasterio de Santa Margarita. (580).
- San LAUNOMARO, abad. En Neustria, actual Francia. Dirigió el monasterio de Corbión que él mismo había fundado. (593).
- San JUAN, obispo. En Rávena. Cuidó de su gente durante las guerras contra los lombardos. Lo narró todo San Gregorio Magno, quien le regalaría una edición de su “Regla Pastoral”. (595).
- San REMIGIO, obispo. En Neustria, actual Francia. Hermano del rey Pipino. Introdujo el canto de la salmodia al modo romano. (762).
- San ARSENIO, obispo. En la isla de Corfú, Grecia. Pastor entregado a su grey, y orante nocturno. (s. X).
Hoy destacamos al BEATO MARCELO SPINOLA
Nació en Cádiz en 1835. Sus padres heredaron el título de marqueses de Spínola que, por muerte de su hermano Rafael recayó sobre él. Pero no lo usó nunca.
Educado cristianamente en su hogar, fue un joven piadoso y recto. Estudió derecho y ejerció la abogacía. Con frecuencia defendía a los pobres gratuitamente.
Se sintió llamado al sacerdocio en 1858 comenzando los estudios eclesiásticos en el Seminario de Sevilla. En 1864 fue ordenado. En su primer destino dedicó mucho tiempo al confesionario. Apóstol del confesionario.
Acreditado por su labor fue enviado como párroco a la Iglesia de San Lorenzo donde mantuvo su asistencia espiritual. Visitando las casas de su feligresía se dio cuenta de las muchas necesidades que había preocupándose de socorrer a los que podía.
En aquel tiempo iniciaba su obra Santa Ángela de la Cruz. Don Marcelo la estimuló en su vocación todo lo que pudo.
En 1879 fue nombrado canónigo de la Catedral.
En 1881 fue nombrado obispo auxiliar de Sevilla confiándosele la visita pastoral. Y poco después nombramiento de obispo de Coria, diócesis a la que se entregó de pleno.
Allí fundó las Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón de Jesús para la educación cristiana de los niños y de los jóvenes.
En 1886 fue trasladado a Málaga donde trabajó con notable ímpetu en el apostolado y en la labor social. Finalmente, fue trasladado a Sevilla donde siguió entregándose por los más humildes, pidiendo limosna para ellos y atendiendo todos los cometidos de su ministerio.
En 1902 presentó su renuncia a León XIII. El papa no se la aceptó.
Al ser elegido Pío X como papa, organizó una procesión a Roma de su archidiócesis. El Papa lo recibió en audiencia privada, y lo consideró un santo.
En 1905 lo nombró cardenal pero no pudo ir a Roma a recibir el capelo cardenalicio por la declaración de una grave enfermedad. Murió santamente en 1906.