- DEDICACIÓN DE LAS BASÍLICAS DE LOS SANTOS APÓSTOLES PEDRO Y PABLO, la primera de ellas fue edificada por el Emperador Constantino sobre el sepulcro de San Pedro en la colina del Vaticano, y al deteriorarse por el paso de los años fue reconstruida con mayor amplitud y de nuevo consagrada en este mismo día de su aniversario. La otra, edificada por los Emperadores Teodosio y Valentiniano, en la Vía Ostiense, después de quedar aniquilada por un incendio fue reedificada en su totalidad.
Hoy destacamos a Santa FILIPINA ROSA DUCHESNE: nació en Grenoble, en Francia en 1769, en el seno de una familia burguesa. Inteligente y vivaz. Educada en su hogar. Pronto fue llevada al Monasterio de la Visitación, que había fundado San Francisco de Sales. Allí oyó hablar de los jesuitas que estaban en la Louisiana, América del Norte. Se generó en ella un celo misionero de inmediato.
Se quiso consagrar a Dios en dicho monasterio pese a la oposición de toda su familia. Su noviciado fue interrumpido por la Revolución Francesa, y hubo de volver a casa.
Fueron años difíciles para ella. Años de terror, y de la muerte de su madre.
Fue vivir a un pequeño apartamento con otra religiosa ya anciana, y con su abuela, viviendo con gran pobreza y sencillez. Allí enseñaba catecismo a los niños y atendía enfermos. Su antiguo monasterio ahora era la cárcel al que iba a consolar a los presos.
Fundó una asociación “Las Damas de la Misericordia” que alcanzó notoriedad en los años de la Revolución Francesa. Procuraron ayudar a los prisioneros que eran ajusticiados.
Recuperado su antiguo monasterio se le fueron uniendo religiosas incluso de otras congregaciones. Pero ello concitó muchas dificultades pues no era fácil restaurar la disciplina. En el momento de mayor desolación oyó hablar de una congregación fundada por Magdalena Sofía Barat que promovía la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y querían restaurar la religión en Francia mediante la educación cristiana de las jóvenes.
Filipina Rosa decidió, finalmente, unirse a la obra de Magdalena Sofía llegando a convertirse en grandes amigas. Además, su fuego misionero seguía vivo.
En 1818, el obispo de Louisiana pidió religiosas para su diócesis. Allí fue Filipina Rosa con otras cuatro
Al llegar allá se dirigieron a Missouri, donde fundaron un noviciado para vocaciones nativas. Años de vida heroica. Y de muchas fundaciones.
Allí atendió a los pobres, a los esclavos y en 1841 se fue con los indígenas. Huyó de los puestos de gobierno, a pesar de sus dotes organizativas, por tener dificultades con el inglés.
Vida extraordinariamente fecundad en reciedumbre de espíritu, en caridad generosa y abnegada con los más necesitados, en testimonio evangélico, en dulzura, en afabilidad, en alegría, y en fundaciones monásticas.
Murió en San Carlos de Missouri en 1852.