- San ALEJANDRO, obispo y mártir. Yendo de Capadocia a Jerusalén, recibió el encargo pastoral de la Ciudad Santa, donde fundó una importante biblioteca e instituyó una escuela. En su ancianidad, durante la persecución de Decio, fue conducido a Cesarea de Palestina, donde fue ejecutado. (250).
- San FRIGIDIANO, obispo. En Toscana. Nació en Irlanda. Reunió clérigos en un monasterio, y por el bien del pueblo desvió el curso del río para conseguir un nuevo territorio fértil, y convirtió a la fe católica a los lombardos que habían invadido el territorio. (588).
- San LEOBARDO, monje. En Tours. Recluido en una celda cercana a un monasterio. Brilló por su abstinencia y humildad. (593).
- San EDUARDO, rey. En Wareham, Inglaterra. Todavía adolescente fue asesinado dolosamente por los criados de su madrastra. (978).
- Beatos JUAN THULES, presbítero, y ROGERIO WRENNO, mártires. En Lancaster. Martirizados en tiempos de Jacobo I. (1616).
- Beata MARTA Le BOUTEILLER, virgen. En Normandía. De las Hermanas de las Escuelas Cristianas de la Misericordia, que, apoyándose sólo en Dios, cumplió los más humildes oficios, siempre con toda paciencia. (1883).
Hoy destacamos a SAN SALVADOR DE HORTA
Nació en Gerona en 1520. En una familia humilde. Muertos sus padres marchó a Barcelona en busca de trabajo para mantenerse él y su hermana.
Cuando pudo solicitó el ingreso en la Orden de Hermanos Menores Franciscanos.
Ingresó en 1541 y lo admitieron a la profesión al año siguiente. Destinado a Tortosa, comenzó a hacerse notable por los carismas místicos y milagros con que el Señor lo distinguía, a la vez que todos admiraban sus virtudes evangélicas. Fue destinado a Horta, luego a Reus y después a Barcelona, llamando siempre la atención de los fieles los extraordinarios carismas que le adornaban.
En Barcelona fue denunciado, y lo enviaron a Cagliari, en Cerdeña, donde, aunque siguieron brillando en él los dones místicos, vivió en paz hasta su santa muerte en 1567.