- San OSEAS, profeta.
- San IGNACIO de ANTIOQUÍA, obispo y mártir. Roma. Discípulo de San Juan. Segundo sucesor de San Pedro en Antioquía. En tiempo de Trajano, fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma. Durante el viaje aguantó las vejaciones de los guardias, y escribió siete cartas dirigidas a diversas iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen ser inmolado. (107).
- Santos RUFO y ZÓSIMO, mártires. Compañeros de martirio de San Ignacio. (107).
- Santos VOLITANOS, mártires. Túnez. (s. III).
- San JUAN, eremita. Licópolis, Egipto. Espíritu profético. (s. IV).
- San DULCIDIO, obispo. Agen. Luchó denodadamente por la fe católica contra los arrianos. (s. V).
- San FLORENCIO, obispo. Provenza. (524).
- San GILBERTO, abad. Toulouse. Cisterciense. Varón ilustre por su saber. Nació en Inglaterra. Allí defendió a Santo Tomás Becket. (1167).
- Beato BALTASAR de CHIAVARI RAVASCHIERI, presbítero. Lombardía. Franciscano. (1492).
- San RICARDO GWYN, mártir. Gales. Siendo padre de familia y maestro de escuela, devoto de la fe, le encarcelaron bajo la acusación de animar a otras personas a la conversión, y tras repetidas torturas, manteniéndose en la fe, fue ahorcado, y aún, respirando, descuartizado. (1584).
- Beato PEDRO de la NATIVIDAD de SANTA MARÍA VIRGEN CASANI, presbítero. Roma. Escolapio. Orientó sus dotes naturales y de la gracia a la educación de los niños. (1647).
- Beato JACOBO BURIN, presbítero y mártir. Laval. Durante la Revolución Francesa ejerció su ministerio pastoral a escondidas, debiendo pasar de casa en casa, hasta que fue fusilado mientras sostenía en sus manos el cáliz. (1794).
- Beatas MARÍA NATALIA de SAN LUIS VANOT y CUATRO COMPAÑERAS, vírgenes y mártires. Valenciennes. Ursulinas. Subieron al patíbulo durante la Revolución Francesa entonando el “Miserere”. (1794).
- San ISIDORO GAGELIN, presbítero y mártir. Annam. Sociedad de Misiones Extranjeras. Por su fe fue estrangulado en tiempo de Minh Mang. (1833).
- Beato CONTARDO FERRINI, profesor. Suna, Italia. Dedicado a la educación de la juventud. (1902).
- Beato RAMÓN ESTEBAN JULIO BOU PASCUAL, presbítero y mártir. Alicante. Muerto durante la persecución religiosa en España. (1936).
- Beata TARSILA CÓRDOBA BELDA, mártir. Valencia. Madre de familia. (1936).
Hoy recordamos especialmente al Beato FIDEL FUIDIO RODRÍGUEZ
Nació en Yécora (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de 1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897.
Después de dos años de preparación en Escoriaza (Guipúzcoa), inició su carrera de profesor y educador que ejerció durante 35 años. Enseñó en varios colegios Marianistas de España: Jerez de la Frontera, Cádiz, Madrid (1910-1933) y Ciudad Real. Dotado de una personalidad alegre y expansiva, exuberante de celo apostólico, se valió de la simpatía como método educativo, consiguendo notables resultados y dejando una imborrable huella entre sus alumnos. Durante su estancia en Madrid, y sin dejar la enseñanza, obtuvo el grado de Doctor en Ciencias Históricas. Su tesis doctoral “Carpetania Romana” (1934) es el fruto de numerosos descubrimientos arqueológicos, llevados a cabo con la colaboración de sus alumnos. Discípulo de Hugo Obermaier, gran amigo de los Marianistas, el Dr. Fuidio es considerado en la actualidad como uno de los pioneros de la arqueología madrileña. Como religioso, observaba fielmente sus compromisos y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus cohermanos. En su vida de comunidad trató de ser según su propia expresión, “propagador de entusiasmo y sembrador de optimismo”. Amaba a su Instituto con cariño filial y cultivaba una devoción especial a la Virgen María.
A finales de junio de 1936, Fidel Fuidio fue operado de una hernia en Madrid, regresando a su comunidad de Ciudad Real el 17 de julio, aún convaleciente de su operación. El 25 de julio, Fidel tuvo que dejar su comunidad y trasladarse a una fonda, ya que el Colegio había sido requisado por la Guardia Civil. El 7 de agosto, los milicianos se presentaron de noche en la pensión para proceder a una detención y se llevaron también a Fidel, al verle un crucifijo en el pecho. Lo condujeron al Gobierno Civil, en cuyo desván habían instalado un cárcel provisional. El tiempo de su prisión lo pasó preparándose a bien morir y tratando de levantar la moral a los demás detenidos. Rezaba constantemente y se confesaba a menudo con los sacerdotes presos, manifestando muchas veces su prontitud a “morir por la fe”. El 15 de octubre fue dejado en libertad después de un simulacro de juicio. Pero antes de salir de la prisión fue llevado por los milicianos a la “Casa del Pueblo”. De allá lo sacaron en la noche del 16 al 17 de octubre y lo fusilaron en Carrión de Calatrava.