- San TEODORO, soldado y mártir. En Helesponto, Turquía. Bajo el emperador Maximiano fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y quemado vivo por ser cristiano. (306).
- San BONOSO, obispo. En Tréveris. Junto a San Hilario de Poitiers trabajó con celo y sabiduría para que en las regiones de la Galia se mantuviese íntegra la fe. (373).
- San MERSROB, doctor. En Armenia. Siendo discípulo de San Narsete y escriba en el palacio real, se hizo monje. creó los signos del alfabeto para que el pueblo pudiera ser instruido en las Sagradas Escrituras, tradujo al armenio los dos Testamentos y compuso himnos y cánticos. (440).
- San FINTÁN, abad. En Clúani Ednech, Irlanda. Fundador de un cenobio y prestigioso por su austeridad. (440).
- San FLAVIANO, obispo. En Constantinopla. Por defender la fe de Éfeso fue golpeado y pisoteado por los partidarios de Dióscoro, y enviado al exilio. Falleció poco después. (449).
- San FIÁN, obispo y abad. En Northumbría, en el Reino Unido. Célebre por su doctrina y por su celo en la evangelización. (656).
- San SILVINO, obispo. En Auxy-aux-Moines. (s. VIII).
- San CONSTABLE, abad. En Campania, Italia. Destacó por su eximia mansedumbre y caridad hacia todos. (1124).
- San EVERMODO, obispo. En Alsacia, Germania. Discípulo de San Norberto, evangelizó a los pueblos vendos. (1178).
- Beato LUCAS BELLUDI, presbítero. En Padua. Franciscano. Amigo de San Antonio. (1286).
- San PEDRO YU CHONG-NYUL, mártir y padre de familia. En Pyongyang, Corea. Mientras estaba leyendo los textos sagrados a los fieles que durante la noche se congregaban en el domicilio del catequista, fue apresado y azotado hasta la muerte. (1866).
- Beato ANTONIO LESCZEWICZ, presbítero y mártir. En Polonia. Marianista. Durante la ocupación nazi de su patria fue quemado vivo. (1943).
Hoy recordamos especialmente a LOS SIETE SANTOS FUNDADORES DE LA ORDEN DE LOS SIERVOS DE MARÍA (SERVITAS): BONFILIO, BARTOLOMÉ, JUAN, BENITO, GERARDINO, RICOVERO Y ALEJO.
Según la tradición, siete varones florentinos, mercaderes de profesión, unos casados, otros viudos y alguno consagrado a Dios, decidieron abandonar el mundo y vivir como ermitaños en la cumbre del Monte Senario, alabando con gran devoción a la Virgen María.
Después de un tiempo de vida retirada, predicaron por la Toscana invitando a todos a vivir con intensidad la vida cristiana.
Instituyeron la Orden de los Siervos de la Bienaventurada Virgen María, siguiendo la Regla de San Agustín, orden que la Sede Apostólica aprobó en 1304.
Uno de ellos, Alejo Falconieri, vivió hasta una edad muy avanzada y es quien narró la historia de la fundación de la orden. Incluso en su ancianidad, no permitió que le dispensasen de ninguno de los ayunos y mortificaciones que la comunidad practicaba y se mantuvo en su humilde lecho hasta su muerte, antes de la cual tuvo la gozosa visión del Niño Jesús. Alejo murió en 1310, un 17 de febrero, por eso se celebra este día la memoria de todos ellos.