- Santos ESPEUSIPO, ELAUSIPO y MELASIPO, hermanos y mártires; y LEONILA, su abuela, y mártir. En Capadocia. (s. inc.).
- San ANTONIO, abad. En la Tebaida, Egipto. Allí llevó una vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano, apoyó a San Atanasio contra los arrianos y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes. (356).
- San JULIÁN, asceta. En Osroene, entre Siria y Turquía. Llamado “Anciano”, o “Sabas”. Detestaba el estrépito de la ciudad, pero dejó la soledad de su retiro para enfrentarse a los arrianos en Antioquía. (377).
- San MARCELO, obispo. En la Galia. Defensor de la ciudad. Por defender la fe fue desterrado por el rey arriano Eurico. (510).
- San SULPICIO, obispo. En Bourges, Aquitania. Llamado “Pío”. Su mayor preocupación tras pasar del palacio real al episcopado fueron los pobres. (647).
- Beato GAMALBERTO, presbítero. En Baviera. Entregó sus bienes a Utón, de quien había sido padrino en la fuente bautismal, para que construyese el monasterio de Metten. (802).
- Santa ROSALINA, priora. En Frejús, la Provenza, en Francia. Priora de la Cartuja. Se distinguió por su abnegación y su austeridad en la comida, el sueño y el ayuno. (1329).
Hoy destacamos a SAN JENARO SÁNCHEZ DELGADILLO
Nació en 1896 en Jalisco, México. Su familia era muy cristiana y escasa en recursos. Estudió en Guadalajara sosteniéndose con su trabajo. Ingresó después en el seminario de la ciudad y recibió la ordenación de presbítero en 1911. Ejerció su ministerio en algunas parroquias, y por último, desde 1923, en la capellanía de Tamazulita.
Era un sacerdote piadoso y apóstol, de vida austera y entregada. Colaboró con los párrocos y fue un buen predicador. Pasaba mucho tiempo confesando. Se preocupó por la catequesis de los niños y atendía a los enfermos con gran solicitud.
Cuando se desencadenó la persecución religiosa en México sintió mucho que se cerraran los templos y poder ejercer el apostolado libremente. Era consciente que podía ser muerto por ello.
En 1927, al regresar el campo, fue arrestado y conducido a un cerro en las afueras donde lo ahorcado por ser sacerdote. Murió perdonando a sus ejecutores.