- San AGEO, profeta. En tiempo de Zorobabel, gobernador de Judá, amonestó al pueblo para que reedificase la casa del Señor.
- SANTAS VÍRGENES AFRICANAS, mártires. En la persecución desencadenada por los vándalos de Hunerico, fueron atormentadas con pesos y planchas ardientes. (s. V).
- San BEANO, ermitaño. En Irlanda. (s. inc).
- San ADÓN, obispo. En Burgundia, Francia. Fue elegido para la sede siendo monje, y honró la memoria de los santos al escribir un Martirologio. (867).
- San MACARIO de COLLESANO, monje. En Lucania, Italia. Eximio por su humildad y abstinencia. (1005).
- Beato SEBATIÁN MAGGI, presbítero. En Génova. Dominico que predicó el Evangelio a los pueblos de la región y veló por la disciplina regula en los conventos. (1496).
- Beata MARÍA de los ÁNGELES FONTANELLA, virgen. En Turín. Carmelita. Brilló por sus penitencias voluntarias y por la virtud de la obediencia. (1717).
- Beato HONORATO de BIALA PODLASKA, presbítero. Polonia. Capuchino, el cual se dedicó a la administración de la penitencia, a la predicación de la Palabra de Dios y al consuelo de los presos. (1916).
- Beato FELIPE SIPHNOG, mártir. En Tailandia. Padre de familia elegido coordinador de la comunidad al ser expulsado el sacerdote del pueblo. Por ello fue fusilado junto al río Tum Nok al empezar la persecución de los cristianos. (1940).
Hoy destacamos a SANTA ADELAIDA.
Hija de Rodolfo II de Borgoña y de Berta de Suabia, nació en Orbe entrado el siglo X.
Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, y tuvieron una hija, Emma.
El esposo murió cuando Adelaida tenía 19 años, posiblemente envenenado por quienes querían el trono. Berengario, el usurpador, quiso casarla con su hijo, a lo que Adelaida se negó, por lo que la encerró en una prisión desprovista de sus títulos.
Pudo huir, y se refugió en el castillo de Canossa. Berengario atacó la fortaleza y Adelaida pidió ayuda a Otón I. berengario fue derrotado y la reina quedó en libertad, contrayendo, después, matrimonio con Otón.
El Papa Juan XII coronó a Otón como emperador.
Los 36 años que fue emperatriz, Santa Adelaida se dedicó a socorrer a los más necesitados, edificar templos, fundar monasterios, y ayudar a los religiosos y a los predicadores.
Trabajó todo lo que pudo a favor de la paz y se preocupó de que fueran evangelizados los que aún no conocían la religión católica.
Se acogió a la orientación espiritual de San Odilón, del que admiraba sus virtudes y su bondad.
Cuando su nieto, Otón III, se hizo cargo del Imperio, Santa Adelaida se retiró a un monasterio en Alsacia, dedicándose a la oración. Falleció allí con notable fama de santidad en 999.