- San BARSES, obispo. Edesa, Siria. Condenado al destierro por el arriano Valente a causa de su fe católica, hubo de morar en tierras extranjeras, donde, fatigado al tener que cambiar por tres veces de lugar, falleció en un día desconocido de marzo. (379).
- San SEVERO, obispo. Tréveris. Discípulo de San Lupo de Troyes, acompañó a San Germán de Auxerre a Bretaña para extirpar la herejía de Pelagio, y también predicó el Evangelio entre los germanos. (s. V).
- Beato GONZALO de LAGOS, presbítero. Torresvedras, Portugal. Ermitaño de San Agustín, de distinguió por su dedicación a enseñar los preceptos cristianos a los niños y a los incultos. (1422).
- Santa TERESA de JESÚS, virgen y doctor. Ávila. Carmelita. Llegó a ser madre y maestra de una observancia más estrecha. En su corazón concibió un plan de crecimiento espiritual bajo la forma de una ascensión por grados del alma hacia Dios, pero a causa de la reforma de la Orden hubo de sufrir dificultades, que superó con ánimo esforzado. Compuso libros, en los que muestra una sólida doctrina y el fruto de su experiencia. (1582).
- Santa MAGDALENA, virgen y mártir. Nagasaki. Fue fuerte de ánimo, tanto en mantener la fe como en soportar el suplicio de la horca durante días. (1634).
- Beato NARCISO BASTÉ BASTÉ, presbítero y mártir. Valencia. Jesuita. Muerto por los enemigos de la fe. (1936).
Hoy recordamos especialmente a SANTA TECLA
Santa Tecla fue una de las religiosas enviadas por santa Tetta a Alemania para ayudar a san Bonifacio en su empresa de evangelización. Probablemente, santa Tecla hizo el viaje junto con su pariente, santa Lioba; en todo caso, es cosa cierta que fue súbdita suya en la abadía de Bischofsheim, hasta que san Bonifacio la nombró abadesa de Ochsenfurt. Cuando murió santa Hadeloga, fundadora y primera abadesa del convento de Kitzingen-auf-Main, santa Tecla fue elegida para sucederle, sin dejar por ello de gobernar la abadía de Ochsenfurt. La santa desempeñó ese cargo muchos años, con gran fervor y espíritu religioso. Su nombre no figura en la lista de las abadesas de Kitzingen, pero probablemente se alude a ella con el apelativo de Heilga, es decir, «la santa». Santa Tecla dio gran ejemplo de humildad y caridad, no sólo a sus súbditas, sino a Iodos los habitantes de la región.