- San AUTÓNOMO, obispo y mártir. (s. III).
- Santos CRÓNIDAS, LEONCIO y SERAPIÓN, mártires. Alejandría de Egipto. En tiempo de Maximino fueron arrojados al mar. (s. III).
- San ALBEO, obispo y peregrino. Momonia, Hibernia. Predicó el Evangelio a muchas gentes. (528).
- Beatos APOLINAR FRANCO, franciscano, y TOMÁS ZUMÁRRAGA, dominico; mártires. Omura, Japón. Junto con otros cuatro compañeros, fueron quemados vivos. (1622).
- Beato PEDRO SULPICIO CRISTÓBAL FAVERGE, religioso y mártir. Rochefort. Escolapio. Encarcelado durante la Revolución Francesa por ser religioso. Ayudó con piedad a los compañeros de cautiverio. Murió contagiado. (1794).
- San FRANCISCO CH’OE KYONG-HWAN, catequista y mártir. Seúl. Al no querer renegar de su fe ante el prefecto, padeció la cárcel donde se dedicó a la oración y a la catequesis hasta que fue martirizado. (1839).
Hoy recordamos especialmente a SAN GUIDO
Entre sus paisanos era conocido por su piedad sencilla y constante y requerido para trabajos concienzudos y esforzados. Vamos que la piedad le llevaba a no ser perezoso y que el trabajo de la tierra le ayudaba a mirar al Cielo.
Un buen día le sugirieron una posibilidad de cambio de oficio. Podría pasar nada menos que a ser sacristán cerca de Bruselas, en la iglesia de Lacken. Ello supuso también un cambio de ciudad y de costumbres. Parece que le tentó el comercio y en ese campo de la actividad humana quiso hacer pinitos saliendo mal el asunto y perdiendo sus ahorros.
Se dedicó entonces a peregrinar por el mundo. Casi se puede decir que comenzó una bohemia en la que sólo él gobernaba su existencia sin que hubiera de dar cuentas a nadie. Pero lo hizo bien. Se sabe que estuvo dos veces en Tierra Santa y dos veces en Roma. De hecho, debió aprovechar muy bien su tiempo libre por lo que se relata a continuación.
Regresó del deambulaje y murió poco después en Anderlecht, su ciudad, donde se le enterró casi como a un desconocido.