- SANTOS MÁRTIRES de ABITINIA. Cartago. Durante la persecución de Diocleciano, por haberse reunido para celebrar la Eucaristía dominical en contra de lo establecido por la autoridad, fueron apresados por los magistrados. Fueron interrogados, torturados y empujados a renunciar a la fe. Al no conseguirlo, fueron martirizados. (304).
- Santa EULALIA, virgen y mártir. En Barcelona. Siendo niña se desencadenó la persecución de Diocleciano y Maximiano. Soportó con valentía los tormentos de Daciano en el potro, arrancar uñas y otros. (s. IV).
- San MELECIO, obispo. En Antioquía de Turquía. Por defender la fe de Nicea fue exiliado varias veces y falleció mientras presidía el Concilio I de Constantinopla. San Gregorio de Nisa y San Juan Crisóstomo ensalzaron su figura. (381).
- San BENITO, abad. En Germania. Propagó la Regla benedictina, confeccionó un “consuetudinario” para uso de monjes y trabajó con empeño en la instauración de la liturgia romana. (821).
- San ANTONIO, el “Cauleas”, obispo. En Constantinopla, hoy Estambul. En tiempo del imperio de León VI trabajó para asegurar la paz y la unidad de la Iglesia. (901).
- Beata HUMBELINA, priora. En Troyes, Francia. Convertida por su hermano San Bernardo de la vida mundana que llevaba, con el consentimiento de su marido, abrazó la vida monástica. (1136).
- San LUDANO, peregrino. En Alsacia, Francia. Oriundo de Escocia, falleció mientras peregrinaba a Roma. (1202).
- Beatos TOMÁS HEMMEFORD, JACOBO FENN, JUAN NUTTER, JUAN MUNDEN y JORGE HAYDOCK, presbíteros y mártires. Durante las persecuciones de Isabel I fueron condenados a muerte y descuartizados vivos. (1584).
Hoy recordamos especialmente a San LUDANO
¿Qué buscaba Ludano, hijo del príncipe Hildebold, cuyo nombre encontramos en la abadía alsaciana de Andlau, para venir a morir, el 12 de febrero de 1202, en Nordhouse, a pocos kilómetros de la iglesia de San Jorge?.
Había dejado su lejana patria, la Escocia, después de haberse consagrado al servicio de los enfermos y haber construido hospitales y orfanatos. Al final de sus días, abandonando el cansancio invasor sobre las pistas guijarrosas de los campiñas, pobre y mendigo como tantos otros, había surcado Europa de Santiago a Roma, luego siguió sin duda hasta Jerusalén. De regreso de esta larga peregrinación, se recuesta, agotado, bajo un tilo, no lejos del pueblo Nartz (hoy Nordhouse) para morir allí.
La tradición oral cuenta que un ángel descendió del cielo y en aquella nevada soledad le dio el Santo Viático, el cuerpo de Cristo resucitado (el hecho está representado en un cuadro del siglo XVIII existente en el coro de la iglesia de San Ludano).