- San PÍO I, papa. Roma. Como buen pastor cuidó de la Iglesia durante quince años. (155).
- San MARCIANO, mártir. Licaonia. Pasó por muchos tormentos antes de ser ejecutado. (s. III).
- Santa MARCIANA, virgen y mártir. Cesarea de Mauritania. Condenada a las fieras. (303).
- San BENITO, abad. Norcia, Umbria. Patrono principal de Europa. Educado en Roma. Abrazó la vida eremítica en la región de Subiaco, donde pronto se vio rodeado de discípulos. Pasado un tiempo, se trasladó a Casino, donde fundó el célebre monasterio y escribió una Regla, que se propagó de tal modo por todas partes que por ella ha merecido ser llamado “Patriarca de los monjes de Occidente”. (547).
- San LEONCIO, obispo. Burdeos. Honor de su pueblo, que se distinguió como constructor de edificios para el culto, restaurador del baptisterio y discreto benefactor de los pobres. (570).
- San DROSTÁN, abad. Deer, Escocia. Tuvo a su cargo varios monasterios y llevó en sus últimos años vida eremítica. (s. VI).
- Santos PLÁCIDO, mártir, y SIGISBERTO, abad. Disentis, actual Suiza. Éste último fue compañero de San Columbano y fundador en este lugar del monasterio de San Martín, en el cual fue el primero que coronó su vida monástica con el martirio. (s. VII).
- San HIDULFO, monje. Vosgos, Francia. Siendo corepíscopo de Tréveris, se retiró a la soledad, pero habiendo acudido a él muchos discípulos, fundó con ellos un monasterio del que fue superior, el monasterio de Moyenmoutier. (707).
- San ABUNDIO, presbítero y mártir. Córdoba. Durante la persecución de los musulmanes fue interrogado por el juez. Al confesar con valentía la fe, provocó la ira del juez que sin más le dio muerte y expuso su cadáver al pasto de perros y bestias. (854).
- Beato BRETRANDO, abad. Toulouse. Deseoso de establecer en su monasterio la observancia de una regla, lo agregó a la orden cisterciense en el monasterio de Grand-Selve. (1149).
- San QUETILO, canónigo regular. Viborg, Dinamarca. Puso gran interés en el funcionamiento de la escuela capitular y fue modelo de vida monástica. (1151).
- Beatos TOMÁS BENSTEAD y TOMÁS SPROTT, presbíteros y mártires. Lincoln. Condenados a muerte durante el reino de Isabel I por ser sacerdotes. (1600).
- Beatas ROSALÍA CLOTILDE de SANTA PELAGIA BÈS, MARÍA ISABEL de SAN TEOCTISTO PÉLISSIER, MARÍA CLARA de SAN MARTÍN BLANC y MARÍA MARGARITA de SANTA SOFÍA de BARBEGIE d’ALBARÈDE, vírgenes y mártires. Orange, Provenza, Francia. Martirizadas durante la Revolución Francesa. (1794).
- Santas ANA AN XINZHI, MARÍA AN GOUZHI, ANA AN JIAOZHI y MARÍA AN LIHUA, vírgenes y mártires. Hebei, China. Decapitadas por no abjurar de la fe por la secta Yihetuan. (1900).
Hoy destacamos a SANTA OLGA de KIEV
Abuela de San Vladimiro, la primera de la dinastía de los Ruriks que recibió el bautismo, en el que se la impuso el nombre de Helena, dejando su conversión abierto el camino para que el pueblo ruso abrazase el cristianismo.
Antes de su conversión al cristianismo, sus costumbres eran las habituales en aquellos pueblos: el príncipe Igor de Kiev, su esposo, murió asesinado y para vengarle, Olga mandó matar a los asesinos en calderos de agua hirviendo.
Después de su bautizo su conducta cambió radicalmente.
Gobernó como regente de su hijo Svyatoslav I.
Aunque la tradición señala a Olga como la primera persona bautizada en Rusia, parece que su bautismo tuvo lugar en Constantinopla en 957, y que poco después pidió al emperador Otón I que enviase misioneros a la tierra de Kiev.
La misión de San Adalberto de Magdeburgo fracasó, y, además, Olga no consiguió que su hijo se convirtiese.
Sí se bautizaría su nieto Vladimiro I de Kiev, de apenas seis años cuando murió su abuela.
Después de su conversión, Olga abundó en obras de caridad, atendiendo a los necesitados y actuando con sinceridad y amor. Murió a edad muy avanzada en 969.