- Santos CAYO y ALEJANDRO, mártires. En Frigia, Turquía. Bajo el Imperio de Marco Antonino y Lucio Vero. (171).
- San VÍCTOR, mártir. En Túnez. (s. inc.).
- San MACARIO, obispo. En Jerusalén. Con su insistencia logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el Emperador Constantino, el Grande, y por su madre Santa Elena. (325).
- San SIMPLICIO, papa. Roma. Mientras los bárbaros devastaban Italia, y Roma, confortó a los afligidos y fortaleció la unidad de la Iglesia. (483).
- San DROCTOVEO, abad. París. Puesto por su maestro San Germán de Autun al frente del cenobio de monjes establecido en esa ciudad. (580).
- San ATTALO, abad. Liguria, Italia. Cultivador de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después al de Luxeuil, donde fue sucesor de San Columbano, brillando sobremanera por su celo y por su virtud de discernimiento. (626).
- San JUAN OGILVIE presbítero y mártir. En Glasgow. Jesuita. Desterrado en varios países de Europa, después de estudiar teología durante muchos años fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el reino de Jacobo VI, y en medio de espantosas torturas, consumó el martirio. (1615).
- Beata MARÍA EUGENIA MILLERET de BROU, virgen. En París. Fundadora de la Congregación de la Asunción, para la educación cristiana de las niñas. (1898).
Hoy destacamos a BEATO ELÍAS del SOCORRO NIEVES del CASTILLO
Nació en 1882 en Guanajato, México. Familia de agricultores modestos.
Manifestó muy pronto el deseo de ser sacerdote, pero a los doce años su padre fue asesinado y tuvo que dejar los estudios para ganar algún dinero con el que contribuir al sustento de la familia.
En 1904 fue admitió en el seminario agustino de Yuriria.
Ordenado sacerdote en 1916, ejerció su ministerio en diversas localidades del Bajío, hasta que en 1921 fue nombrado vicario parroquial en Guanajato, en un pueblecito cercano.
A l estallar el movimiento Cristero, el Padre Nieves se mantuvo al margen. Pero cuando en 1926 la persecución contra la Iglesia se endureció, se estableció en una cueva para atender a los fieles, permaneciendo un tiempo en la clandestinidad.
Fue descubierto, e interrogado. Declaró ser sacerdote por lo que quedó encarcelado.
En 1928, al amanecer, fue llevado con otros presos para ser fusilados. Mientras iban de camino pidió unos instantes para recogerse, bendijo a los soldados, y recitó el Credo. Murió gritando: ¡Viva Cristo Rey!