Hoy, 10 de abril, la Iglesia celebra a:

by AdminObra
  1. Santos TERENCIO, AFRICANO, MÁXIMO, POMPEYO, ALEJANDRO, TEODORO y cuarenta compañeros, mártires. En África Proconsular. En tiempos de Decio murieron por la fe. (250).
  2. San APOLONIO, presbítero y mártir. En Alejandría de Egipto. (s. inc.)
  3. San PALADIO, obispo. En Auxerre. Primero fue abad de San Germán, y, después, ya obispo, participó en muchos concilios y se esforzó por mantener la disciplina eclesiástica. (658).
  4. San BEDA el JOVEN, monje. Venecia. Tras estar cuarenta y cinco años sirviendo al emperador, eligió servir a Dios en el monasterio el resto de su vida. (883).
  5. San MACARIO, peregrino. En Gante. Fue recibido entre los monjes de San Bavón, y al año siguiente murió por la peste. (1012).
  6. San FULBERTO, obispo. En Chartres. Su doctrina nutrió a muchos, y con ingenio comenzó la edificación de la catedral y promovió la devoción a la Virgen María. (1029).
  7. Beato ANTONIO NEYROT, presbítero y mártir. En Túnez. Dominico. Capturado por los piratas y conducido a África, allí apostató de la fe, pero con la ayuda de Dios, el día de Jueves Santo retomó públicamente su hábito por lo que fue apedreado hasta morir. (1460).
  8. Beato MARCOS FANTUZZI de BOLONIA, presbítero. Valladolid. Trinitario. Se entregó de lleno a obras de caridad y a la predicación de la Palabra de Dios. (1625).
  9. Beato BONIFACIO ZUKOWSKI, presbítero y mártir. En Dachau. Franciscano. Murió en el Campo de exterminio quebrantado por las torturas. (1942).

Hoy recordamos a SANTA MAGDALENA de CANOSSA

Nació en Verona en 1774 en una familia noble y rica. La tercera de seis hermanos. Sufrió con la muerte de su padre y el segundo matrimonio de su madre. Y también por una enfermedad que le sobrevino y la incomprensión.

Deseando consagrar su vida al Señor intentó, ya a los 17 años, por dos veces, ingresar en el Carmelo. Pero tuvo que seguir en su palacio administrando los bienes de su casa.

La Revolución Francesa y las sucesivas invasiones de su tierra habían dejado muchos pobres en aquellas comarcas. Ella pronto empezó a atenderlos.

En 1808, superadas las últimas oposiciones familiares, Magdalena abandonó definitivamente el palacio de Canossa para servir, con algunas compañeras, a los necesitados del barrio más pobre de Verona.

Pronto sus actividades se extendieron a otras partes de Italia. Hacía catequesis, escuelas de caridad, asistencia a las enfermas en los hospitales, seminarios residenciales para formar maestras y colaboradoras de párrocos, y ejercicios espirituales para las damas de la nobleza con el fin de ayudarla en su vida de piedad y estimularlas a acciones de caridad.

En 1820 las Hijas de la Caridad obtuvo aprobación eclesiástica en las distintas diócesis donde las comunidades estaban. En 1828 el Papa León XII aprobó la constitución del Instituto. Y, al final de su vida, empezaría el instituto masculino. Lo conseguiría en 1831, el primer oratorio de los Hijos de la Caridad para la formación cristiana de jóvenes y de los adultos.

Después de una vida intensa dedicada a Dios y a la caridad, Magdalena murió en un Viernes Santo de 1835.