La colección de libros del Antiguo Testamento estaba establecida en los comienzos de la era cristiana como también su división: TORAH (Ley), PROFETAS, y los ESCRITOS.
Esta división la atestiguan dos textos del siglo II a. C. Uno es de Macabeos, su Segundo Libro (2M2, 13); el otro corresponde al Sirácida, o Libro del Eclesiástico, en su Prólogo inicial.
Este último corresponde al año 130 antes del Cristo.
Las dos primeras partes, TORAH y PROFETAS, estaban ya bien determinados. La tercera se designaba con una terminología fluctuante, aunque prevales la ya mentada ESCRITOS.
La seguna y tercera parte tienen subdivisiones menores. Los PROFETAS, en la Biblia hebrea que es de la que estamos hablando, se dividen en “anteriores” y “posteriores”, y estos últimos, en “mayores” y “menores”.
Algo así ocurre con el Libro de los Salmos, que está dividido en cinco libros, y con el Libro de los Proverbios, que consta de colecciones menores. Estos dos libros mencionados, Salmos y Proverbios, evidentemente, pertenecen a la colección de los ESCRITOS.