Consideración sacerdotal
“El primado de Cristo abaja y al mismo tiempo libera al sacerdote. Ahora debemos añadir que es también una indicación. Este primado significa que el sacerdote debe saber que se halla internamente del lado de la Iglesia y del pueblo, que se encuentra fuera del santo de los santos y que confía en la intercesión de Aquel único que ha cruzado a través del velo. Significa que el sacerdote no puede decir: me tenéis a mí como mediador ante Dios, sino: le tenéis a El. La objetividad de la salvación debe en cierto modo objetivar también al sacerdote. Él no se anuncia a sí mismo, sino la fe de la Iglesia y, en esta fe, al Señor Jesucristo. Este proceso de objetivación, de eliminación del yo en beneficio del otro, por el que se está ahí, es la auténtica forma ascética que se desprende de la cualificación cristológica del sacerdocio en la Iglesia. La santidad del sacerdote se concreta en este proceso de llegar a ser pobre espiritual, de retroceso de lo propio ante el otro, en el perderse por los demás”.
(Joseph Ratzinger).