“El sacerdote mediante cuyo servicio la Iglesia predica la palabra y administra los sacramentos, es, por tanto, administrador de los sacramentos y servidor de la palabra; ambas tareas se resumen en la celebración del sacrificio; el sacerdote es instrumento de Cristo sobre todo en la actualización del sacrificio de la cruz, que ocurre en la liturgia de la Iglesia; éste es su poder más importante; le ejercita en el altar. Todas las demás tareas se agrupan en torno al altar, de él salen a él vuelven; se ordena al sacrificio eucarístico y le realizan.
Cuando el orden de rango de esas actividades sacerdotales fue lesionado por evoluciones históricas, fue lesionado el sacerdocio mismo.
La administración de los demás sacramentos está en estrecha relación con el sacrificio. Entre ellos los más importantes para el servicio sacerdotal son la administración de la penitencia y la de la Unción de Enfermos”.
(Michael Schmaus).