(Charla impartida por el P. Mendizábal, S.I., en 1999).
San José es el jefe de la Sagrada Familia, y es –diríamos-, la visibilidad del Padre Eterno, con el cual encuentro una cierta semejanza, porque San José aparece como invisible, y lo llena todo. Está en la sombra, algo como el Padre Eterno, que se le ve, pero lo ocupa todo. San José es un poco así, está en la sombra, lo llena todo. Y San José, el jefe de la Sagrada Familia, es el servidor de la Sagrada Familia. Y tiene autoridad, pero no es una autoridad como vindicativa de sí misma, una especie de “aquí mando yo”. Yo creo que no es buena esa postura, esa especie de autoafirmación de “aquí mando yo”, y que se note que estoy mandando yo, sino que realmente es una autoridad como la de Jesús, que no es autoritaria. La autoridad más grande es cuando el padre es lo que debe ser, y cuando el padre no manda porque “aquí mando yo”. Eso es lo que no es bueno. Esa frase “aquí mando yo”, no es buena, es lo que puede ser autoritario. ¿Por qué? Porque aquí no se hace lo que manda usted, sino lo que Dios quiere, y tú mandas lo que Dios quiere, no simplemente “mando yo”. No es esa especie de patente de imponer mi voluntad, no es eso. Y eso hay que educarlo también. Entonces, el que de verdad tiene autoridad, la autoridad no quiere decir: ¿aquí quién manda entonces? – desenfocamos siempre por ese lado-, sino aquello que dice Jesús: “El primero entre vosotros sea servidor de todos” (Mt 20, 26). Es como una primacía de servicio, lo que debe ser, y a ver cómo yo sirvo mejor a mi familia, atiendo mejor.