Hoy volvemos a tener presente los consejos de José Carlos Bermejo recogidos en su obrita “Estoy en duelo”, publicada por PPC. Hoy queremos recordar que a lo mejor hay frases que no ayudan ante el dolor por la muerte de un ser amado.
“Una de las experiencias más desagradables cuando una persona está dolida, particularmente por la pérdida de un ser querido, es tener que oír frases bienintencionadas, pero que se experimentan como huecas, que no conectan emocionalmente o que ofenden, incluso. Algunas de ellas reflejan visiones fatalistas del mundo, de la vida; otras caen como sentencias que liberan al que las pronuncia de la angustia de no saber qué decir y cómo comportarse; otras son reflejo de que no se ha pensado antes de abrir la boca, sencillamente.
¿Es mejor así?
Queriendo consolar, hay personas que buscan el modo de hacer ver que podía haber sido peor. Se agarran a cualquier cosa: la causa o el modo de morir podía haber sido más cruel, haber comportado más sufrimiento, haber sido más largo, haber hecho más larga la espera o la dependencia. No parece que sea éste un modo saludable de consolar.
¿Es el destino?
Hay quien utiliza expresiones relativas al destino, o bien a la generalización: “Es el destino”, “tenía que suceder”, “antes o después nos toca a todos”. Son frases que revelan una concepción determinista y extraña de la naturaleza, o de una fuerza superior que todo lo controla y lo tiende determinado y previsto.
¿Es la voluntad de Dios?
En la misma línea, a veces escuchamos consuelos formulados con esta frase: “Es la voluntad de Dios”. Parecería, si así fuera, que Dios se convierte en cacique que se divierte manipulando a placer suyo el sucederse de las cosas y controlando el acontecer humano y natural.
¿Dios se lo ha llevado o nos pone a prueba?
A veces escuchamos también expresiones relativas a Dios que se lo ha llevado o que nos pone a prueba con el sufrimiento. Son frases hechas que deshacen; que nos dejan indiferentes; o enfadados con ese Dios que nos hace semejante daño.
¿Hay que ser fuerte?
Parecería que ser fuerte es un deber, que todo seguirá como si nada. Parecería que estas expresiones revelaran que tampoco es tan importante lo que ha sucedido porque todo continúa.
¿El tiempo todo lo cura?
Las heridas nos sanan en un instante. Ni tampoco han de permanecer siempre igual de virulentas, igual de sangrientas o de doloridas. Hay heridas que nos curan con el tiempo. El tiempo no es el factor terapéutico, sino el requisito para que los elementos favorables hagan su efecto: compañía, reflexión, sano recuerdo, desahogo, …”.