La atribución a Jesús del título de “Padre” no es una invención de las hermandades ni un mero exceso retórico de la piedad popular. Tanto los autores espirituales como los escritos devocionales de los siglos modernos dieron pie al uso de dicho título que caló en el mundo de las cofradías a través de la predicación.
Veamos, en esta ocasión, ejemplos de esos autores espirituales:
Ludolfo el Cartujano (1300-1378) en su famosa “Vita Christi”, en una oración que compuso dice lo siguiente “siempre me vas ayudando como Padre”, referido a Jesucristo.
San Juan de Ávila (1499-1569) utiliza con frecuencia esta fórmula de dirigirse a Jesús como “Padre”.
De igual modo, en la obra de San Alonso de Orozco (1500-1591) también se dirige a Cristo como “Padre”, usando expresiones como “Padre de las misericordias”, “Misericordioso Padre”, “Padre piadosísimo”, “Padre mío y Criador”, “Padre de piedad”, título habitualmente referidos a la primera Persona de la Santísima Trinidad, pero que el santo agustino aplica a Jesucristo.
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) exclama en cierta ocasión “¡Oh esperanza mía y Padre mío y mi Criador y mi verdadero Señor y Hermano!”.
En esta misma línea, el Beato Juan de Palafox (1600-1659), arrastrado por un torrente de elocuencia sacra invoca a Cristo “¡Oh pastor mío, rey mío, alcaide de toda mi fortaleza, padre, madre, médico celestial, sapientísimo, amorosísimo, dulcísimo de mi alma, Dios mío!”.
Sor Ana María del Santísimo Sacramento, monja dominica, en 1760, en el “Libro del Amigo y Amado”, de Ramón LLull, que ella comentó, al relatar una experiencia mística dice “Dios y Señor de mi alma, Padre, Criador y Redentor mío, Hermosura de mi corazón”.
De la escuela francesa tenemos el ejemplo de Pierre Caussel (1651-1728), muerto con fama de santidad. El autor, en un estilo un tanto farragoso, intenta explicar toda la suerte de relaciones existentes entre Cristo y su Padre, por un lado, y entre Cristo y la humanidad, por otro. Así, se pregunta, qué es Jesucristo para los hombres, y dirá “Jesucristo es nuestra verdadera grandeza, nuestra felicidad, nuestro mediador, nuestro Redentor, nuestro Reparador, nuestro Sacerdote, nuestro Obispo, nuestra Víctima, nuestro Templo, nuestro Altar, nuestro Arquitecto, nuestro Modelo, nuestro PADRE, nuestro Jefe, nuestro Hermano, nuestro Pastor, nuestro Doctor, nuestro Rey, nuestro Esposo, nuestro Médico, nuestra Vida, nuestro Camino, nuestra Verdad, nuestra Luz”.
Continuará…