La Virgen María, embarazada de nueve meses del Niño Dios. Ella trae a Dios escondido. Como escondido está tras los velos blancos de la apariencia del Pan consagrado.
También está San José, el hombre justo que entiende y protege a María, educado por los ojos puros de su esposa. Ambos están con actitud de abandono confiado. Sabían que el Mesías tenía que nacer en Belén. Y ellos están en Nazaret.
Tras el Edicto, se dirigen a Belén. Han de recorrer 120 Km. La actitud de María y José no es de queja. Es de obediencia a la voluntad de Dios.
Llegan a la ciudad de David. Pero no hay posada para ellos tres. Pero Dios va llevando todo a su modo. Va preparándolos para lo que está por venir. Con total desprendimiento de todo. Humillaciones, abandono.
San José lo tuvo que pasar muy mal para ir a Belén. Por eso tantos se encomiendan a él cuando se ponen en camino.
San José nos enseña a ponernos siempre en camino para que se lleven a cabo los planes de Dios a través de nosotros.