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- Puesto que María ha formado la cabeza de los predestinados, Jesucristo, tócale a ella el formar los miembros de esa cabeza, los cristianos: que no forman las madres cabezas sin miembros, ni miembros sin cabeza. Quien quiera, pues, ser miembro de Jesucristo, lleno de gracia y de verdad, debe formarse en María, mediante la gracia de Jesucristo, que en ella plenamente reside, para de lleno comunicarse a los verdaderos miembros de Jesucristo y a los verdaderos santos.
- El Espíritu Santo, que se desposó con María, y en Ella, por Ella, y de Ella, produjo su obra maestra, el Verbo Encarnado, como jamás la ha repudiado, continúa produciendo todos los días en Ella y por Ella a los predestinados, por verdadero, aunque misterioso modo.
- María ha recibido de Dios particular dominio sobre las almas, para alimentarlas y hacerlas crecer en El.