Así como por María, vino Dios al mundo la vez primera en humildad y anonadamiento, ¿no podría también decirse que por María vendrá segunda vez, como toda la Iglesia le espera, para reinar en todas partes y juzgar a los vivos y a los muertos?
Bien se sabe que Dios, cuyos pensamientos se apartan de los nuestros más que el cielo de la tierra, vendrá en el tiempo y en el modo menos esperado de los hombres, aun de los más sabios y entendidos en la Escritura Santa, que está en este punto muy oscura.
Pero todavía debe creerse que al fin de los tiempos, y tal vez más pronto de lo que se piensa, suscitará Dios grandes hombres llenos del Espíritu Santo y del espíritu de María por los cuales esta Divina Soberana hará grandes maravillas en la tierra para destruir en ella el pecado y establecer el reinado de Jesucristo sobre el corrompido mundo; y por medio de esta devoción a la Santísima Virgen, que no hago más que descubrir a grandes rasgos, empequeñeciéndola con mi miseria, estos grandes personajes saldrán con todo.