SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO VI
LA EDUCACIÓN
La educación permanente
- ¿Cuándo puede darse por concluida la educación de una persona?
Nunca. Porque la persona tiene la obligación de desarrollar y perfeccionar sus facultades naturales, armonizándolas con la vida sobrenatural, de modo que ennoblezca la misma vida natural y obtenga más eficaces auxilios no sólo de orden espiritual y eterno, sino también a la gestión de las cosas temporales durante todo el tiempo de su vida mortal.
- ¿Con qué medios cuenta la Iglesia para la educación permanente de sus hijos?
Para la educación permanente de sus hijos, la Iglesia ha dispuesto siempre de la catequesis, la predicación de la Palabra de Dios, la dirección espiritual y la lectura de los documentos del Magisterio católico. Todo cristiano está obligado a conocer y difundir la doctrina de Cristo, porque así se hacen más profundas en la mente y el corazón de los fieles las verdades de la fe.
- ¿Con qué medios cuenta la familia para la educación permanente de sus miembros?
Para la educación permanente de sus miembros, la familia cuenta con la ejemplaridad y una constante y luminosa convivencia, que inculca en cuantos la componen el sentido dichoso de la autoridad paterna y materna, la fraternidad y el cumplimiento amoroso del cuarto precepto del Decálogo.
- ¿Con qué medios cuanta la sociedad para facilitar a todos una educación permanente?
Para facilitar a todos una educación permanente, la sociedad por sí misma promueve diversas instituciones educativas a todos los niveles, que facilitan el perfeccionamiento profesional, estimulan la investigación en los diversos campos del saber humano y fomentan los intercambios culturales entre los pueblos.