SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO VI
LA EDUCACIÓN
Educación para la vida
- ¿Quién es el sujeto de la educación cristiana?
El sujeto de la educación cristiana es el hombre entero, que se compone de una sola naturaleza por medio del espíritu y del cuerpo, dotado de todas las facultades para aprender y perfeccionarse en el orden natural y en el orden sobrenatural, porque después de caer del estado en que fue creado por Dios, fue redimido por Cristo y restituido a la dignidad de hijo adoptivo de Dios.
- ¿Qué decir de la pedagogía que se contenta con tener en cuenta solamente las fuerzas de la naturaleza?
Toda pedagogía que se contente con tener en cuenta solamente las fuerzas de la naturaleza para formar a las personas, y descuide, rechace o desprecie lo más digno y elevado del hombre –su espíritu, y la gracia divina- es falsa, porque comete el error de no tener en cuenta el estado de naturaleza caída por el pecado, que requiere de un auxilio sobrenatural para su perfección en cuanto ser humano.
- ¿Es conveniente la coeducación?
No es conveniente la coeducación –o educación igualitarista, indistinta y conjunta entre escolares de uno y otro sexo-, porque el hombre y la mujer han sido creados por Dios con diferencias de cuerpo y de espíritu, que los distingue entre sí. Estas diferencias deben mantenerse y favorecerse con una oportuna distinción y separación adecuadas a las edades de crecimiento y condiciones de desarrollo, especialmente en las materias que son peculiares de uno y otro sexo.
El hombre y la mujer deben formar sus personalidades y afectividades –masculinas y femeninas, respectivamente-, para lograr la madurez como personas.
Con esta madurez podrán desarrollarse mejor –en el tiempo oportuno de cada vida- para realizar la vocación humana concreta de cada uno, puesto que están constituidos por la naturaleza para que, en la familia y en la sociedad, se complementan mutuamente y formen una unidad.