SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO I
EL FIN DEL HOMBRE
- ¿Está obligado todo hombre a buscar su fin último?
La mayor obligación moral que tiene todo hombre es llegar al máximo conocimiento y amor de Dios, como fin último de su vida. En esto consiste también su suprema perfección y felicidad. Más aún, la búsqueda de su fin último es el verdadero camino que dirige los actos humanos moralmente.
IGUALDAD Y DISTINCIÓN ENTRE LOS HOMBRES
- ¿Todos los hombres son iguales?
Todos los hombres son esencialmente iguales, porque todos tienen una misma naturaleza compuesta de alma y cuerpo y el mismo fin último, que es el de lograr la vida eterna. Por lo tanto, poseen una misma dignidad, que exige y permite una colaboración y respeto mutuos. Esta dignidad humana natural está elevada a la dignidad de ser hijos de Dios, por la infinita misericordia divina, mediante su gracia.
- ¿La igualdad esencial hace a los hombres idénticos?
La igualdad esencial no hace a los hombres idénticos, porque cada uno posee, por su misma individualidad natural –no accidental- capacidades diversas. Por eso, Dios espera de cada persona una respuesta proporcional a sus propios talentos, que tiene obligación de desarrollar.
La sociedad debe procurar que todos puedan aprovecharlos, creando las condiciones para ello. Cuanto mayores sean los talentos personales, tanto mayor será la responsabilidad personal y social, porque no los tiene el hombre para su uso egoísta, sino para servir a otros, y poder así dar gloria a Dios.
Estas diferencias confirman el carácter social del hombre, creado para vivir solidariamente en sociedad, llegando a metas superiores a las simplemente individuales, al poner los propios talentos al servicio de los demás.