CUARTA PARTE
CAPÍTULO I
LA SOCIEDAD
La autoridad
- ¿Hay que obedecer a todas las autoridades de los regímenes legítimamente elegidos?
Hay que obedecer a todas las autoridades de los regímenes legítimamente establecidos, tanto con legitimidad de origen cuanto con legitimidad de ejercicio: en virtud de la ley divina, que engendra un deber personal de conciencia. Y ello, aunque sus mandatos sean perfectibles, como lo son todas las obras humanas; porque el acto de acatamiento es siempre virtuoso, se convierte en homenaje al Creador y enriquece a quien lo realiza.
La obediencia responde, además a la ley natura, con un sentido práctico de convivencia para el recto funcionamiento de la vida política, con el fin de que cada persona coopere al bien común por los cauces jurídicos establecidos.
- ¿Se debería obedecer a la autoridad que mandara algo expresamente contrario a la ley divina?
No se debe obedecer a la autoridad que manda algo expresamente contrario a la ley divina y natural, porque ese mandato es nulo y, frente al abuso de poder, lo justo es no obedecer.